¡EL DIOS AL QUE SALVAS PODRÍA SER TÚ MISMO!

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TODAS las religiones de naturaleza espiritual son invenciones del hombre.
Éste ha creado todo un sistema de dioses sin otra ayuda que la de su cerebro
carnal. Solo porque tiene un ego y no puede aceptarlo, ha tenido que
exteriorizarlo en un gran artificio espiritual al cual llama «Dios».
Dios puede hacer todo lo que al hombre le está prohibido hacer —tales como
matar gente, hacer milagros para gratificar su voluntad, ejercer control sin
ninguna responsabilidad aparente, etc. Si el hombre necesita tal dios y
reconoce a ése dios, entonces está adorando una entidad que ha inventado un
cerebro humano. Por lo tanto, ESTÁ ADORANDO AL HOMBRE QUE
INVENTÓ A DIOS. ¿No es más sensato adorar un dios que él, él mismo, ha
creado, conforme a sus propias necesidades emocionales— uno que
represente mejor su propio ser físico y carnal que tiene la idea y el poder de
inventar un dios en primer lugar? .
Si el hombre insiste en exteriorizar su propio ser verdadero en la forma de
«Dios», entonces ¿por qué temer a su propio ser, al temer a «Dios» —por qué
alabar su propio ser alabando a «Dios»?— ¿Por qué permanecer por fuera de
Dios PARA PODER INMISCUIRSE EN RITUALES Y CEREMONIAS
RELIGIOSAS EN SU NOMBRE?
El hombre necesita del ritual y el dogma, pero ¡ninguna ley establece que sea
necesario un dios exteriorizado para poder realizar rituales y ceremonias
hechas en el nombre de un dios! ¿Podría ser que, cuando el hombre cierre el
vacío entre sí mismo y su «Dios», vea al demonio del orgullo intentando salir —la personificación misma de Lucifer apareciendo en medio? El hombre ya no
puede verse a sí mismo como dos partes, la carnal y la espiritual, sino que las
vea converger en una sola, y entonces descubrirá horrorizado que son una
sola entidad carnal— ¡Y QUE SIEMPRE FUE ASÍ! Entonces, o bien se odiará a
sí mismo hasta la muerte, día tras día —o se regocijará de ser lo que es.
Si se odia a sí mismo, buscará caminos espirituales de «iluminación» cada vez
más nuevos y más complejos, con la esperanza de poder dividirse otra vez en
su búsqueda de «dioses» más fuertes y exteriorizados para que azoten su
miserable cáscara corporal. Si se acepta a sí mismo, pero reconoce que el
ritual y la ceremonia son elementos importantes que sus religiones inventadas
han utilizado para sustentar su fe en una mentira, entonces que sea EL
MISMO TIPO DE RITUAL el que sustentará su fe en la verdad —el
espectáculo primitivo que le hará consciente de la sustancia añadida a su
propio ser majestuoso.
Cuando se ha desvanecido toda fe religiosa en mentiras, se debe a que el
hombre se ha acercado más a sí mismo y se ha alejado de «Dios»; más cerca
al «Diablo». Si esto es lo que el diablo representa, y un hombre vive su vida a
la sombra del diablo, con todo el vigor de Satán moviendo su carne, entonces mejor que escape del cacareo y la criticonada de quienes se denominan
«justos», o bien permanezca orgullosamente en sus lugares secretos de la
tierra y manipule a las masas atontadas a través de su propio poder satánico,
hasta el día en que pueda manifestarse en todo su esplendor, proclamando
«¡SOY UN SATANISTA, INCLINAOS, PORQUE SOY LA PERSONIFICACIÓN
MÁS ALTA DE LA VIDA HUMANA!»

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