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Entró a la casa trayendo conmigo la camiseta de Sebastian la cual me había olvidado de entrar antes. Lo veo sentado en el sofá jugando videojuegos. Bien la oportunidad perfecta para escabullirse sin que el me note.

—¿A dónde vas?—dice después de lanzarme un cojín.

—Me asustaste idiota —digo y sigo mi trayecto.

Subiendo las escaleras él me pasa ya que subió corriendo, llego a mi cuarto y sierro la puerta con seguro, pero la vuelvo abrir ya que me doy cuenta que aún tengo su camiseta en la mano, salgo de mi cuarto y veo la puerta de su habitación abierta entro y al parecer no está, dejo su camiseta en el cesto de ropa sucia, al darme la vuelta lo veo parado frente a la puerta que está cerrada.

Mierda ¿y ahora qué?¿salto por la ventana?

—¿Por qué quieres hacer eso?

—¿Hacer qué?

—Saltar por la ventana.

—Amm...pues... por qué... porque soy rara y me da ganas de hacer cosas raras.

Camino hacia él, lo empujo para abrir la puerta, pero él la vuelve a cerrar.

—Déjame salir.

—¿Y si no quiero?

—Sebastian no tengo ánimos para tus jueguitos.

—Yo no estoy jugando.}

—¿Qué quieres?

—Hablar contigo.

—¿De qué?

—No sé de cualquier cosa, estoy aburrido.

—¿Por qué no llamas a tus amigos?

—Quiero a una mujer.

—¿Por qué no llamas a una o varias de las muchas que tienes?

—¿Estas celosa? —¿tan obvia soy?

—No ¿Por qué o quien lo estaría?

—Por mí.

Suelto una risa burlona y doy todo de mi para sostenerle la mirada —¿Qué te crees? Ya te lo dije, no eres el centro del universo, para celar a alguien primero que nada ese alguien debe ser importante y especial para mí.

—¿Estás diciéndome que no te importo?

—Sí, exactamente eso.

—Entonces ¿Por qué me besaste?

—Ya te lo dije.

—¿O te gusto? —mierda.

—No, como crees que alguien como tú me va a gustar.

—¿Cómo yo? Explícame eso.

—Me insultas, me golpeas, eres un machista, juegas con las mujeres, eres un idiota, engreído, podre ser rara pero no estúpida Sebastian ¿Qué te hace pensar que me gustas?

Se queda callado abre la puerta y me hace una señal para que salga.

Cuando estoy saliendo del cuarto me toma del brazo —gracias por tu sinceridad. —me queda viendo fijamente a los ojos, en ese momento llegan a mi mente esas palabras "¿más de una docena? "si" veo que su mano sostiene mi brazo, me hierve la sangre ¿Quién sabe dónde ha estado esa mano antes? Me la quito de enzima violentamente y me dirijo a mi cuarto cerrando de forma brusca la puerta, cojo mi cuaderno me siento en el suelo y trato de dibujar, me siento tan abrumada que nada me sale bien lanzo él cuaderno me levanto y me lanzó a la cama, dormir lo arregla todo.

SEBASTIANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora