Ella se perdía en el olor de su perfume y en su peculiar manera de caminar, caminaba como si el mundo fuese algo insignificante.
Se conocían desde los 5 años, pero desde los 10 él no dejaba de pensar en ella, algo no andaba bien, ninguno de los dos lo entendía pero estaban realmente enamorados. Ella siempre lo negó y él siempre huyó antes de que se lo preguntaran.
No soportaban estar sin el otro, era mutuo, era hermoso. La verdadera definición de un amor de por vida. Él no se iba a olvidar de ella y ella no se iba a olvidar de él, ni aunque la nieve caiga, ni aunque la lluvia pare, ni siquiera cuando el mundo se detenía frente a ellos. Sus almas se veían conectadas con lazos lo suficientemente resistentes como para soportar la distancia o aquellos portazos que daban cuando estaban enojados y peleados como nenes de 5 años que se amaban en secreto.
Juro que jamás en mí vida he visto un amor tan evidente y tan negado a la vez, son necios, tercos, pero están llenos de miedo, miedo a no volver a encontrarse entre las sombras un día, miedo a llorar solos, miedo a que el otro falte.
Ella lo mira como si fuera la piedra en la que se aferra para no ser arrastrada por el mar, mar que está dentro de ella. Él la mira deseando agarrarla y vivir por siempre a su lado, ambos quieren que su tiempo sea eterno aunque saben que no lo es.
Ese día, ese maldito día, él por primera vez cumplió su deseo de agarrarla de la mano, pero no para llevarla con él, sino para dejarla ir.
Ella, recostada en una cama, tomo sus cinco segundos restantes, y los últimos que le quedaban para al fin decirle cuánto lo amaba, a él y a su manera de hacerla reír, a su manera de hacerla bailar.
Él llorando aceptó, por fin, que apesar de ser muy independiente, ella era la estaca que lo mantenía con los pies en la tierra. Y asi ocurrió, ella aprendió a volar y él aprendió a caminar, ambos sin el otro, solos y con su mayor miedo hecho realidad. perderse.
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Diario de una adolescente solitaria
Teen FictionAdolescente solitaria escritora de una historia que la apuñaló tantas veces que puede contarla de memoria. -Dedicado a mí misma y a las veces que me escondí o me convertí en un reflejo de los demás para no volver a ser abandonada.