Capitulo 8

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No dejaba de ver a Yui cuidando los vegetales con Yuma, ¿que tiene de especial ésta chica cómo para que me enviaran a mí? Parece una chica común y corriente, con una gran alta tasa de estupidez y añadiéndole los tierna y ingenua que era.

Estaba desesperada, quería tomarla y me iría. Lo haría está noche, esta noche la tomaré. Estaba decidida.

—¿Qué haces aquí? Nadie te dio permiso de estar aquí.

Rodee con desespero mis ojos cerrandolos fuertemente, ¿a caso no tiene nada que hacer esté niño?

—No sabía que tenía que tener una invitación para venir aquí. —lo observé con total enojo.

—Evidentemente ya lo sabes, vete de aquí, ya te lo dije no eres de confiar tengo que tener mis ojos puestos en ti. —cruzó sus brazos.

—¿En verdad? Eso parece más un pretexto para seguirme a todos lados porque te gustó. —sonreí burlona obdervando mis uñas.

Él como siempre se mantenía con su semblante serio y eso hacía que me ardiera la sangre.

—Yo no me interesaría en alguien tan malcriada, estúpida y egocéntrica cómo tú.

—Qué curioso, la chica rubia parece ser más estúpida qué yo y veo tus ojos siempre en ella, ¿Qué te parece si me dejas en paz y te enfocas en ese cubito de azúcar?

Bufé sin dejar de verlo pasando aún lado suyo con fastidio. Dos malditos veces era los que seguía aquí y no había hecho absolutamente nada, la rubia era tan importante para ellos que en ningún segundo estaba sola, el peor estorbo era este azabache con cara de no tener amigos.

Tomó mi antebrazo haciéndome verlo a las ojos.

—¿Cuáles son tus verdaderas intenciones? ¿Qué haces aquí?

—¿Crees que lo sé? Me enviaron aquí porque quisieron, ni siquiera pude negarme. —arrebate mi brazo de su mano. —Y no me toques, niño. Si lo harás puedes hacerlo de una forma más cariñosa.

—¿Estás jugando conmigo?

—¿Porqué lo haría? —me acerque a él y con mi dedo índice hice círculos en su pecho. —No todos los días te encuentras viviendo con cuatro chicos guapos pero, debo admitir que tú me gustas más. —elevé mi mirada a él con una sonrisa ingenua. —¿Te parece si ahora si me dejas probar tus labios?

—Aléjate.

—¿Y porque no me aléjas tú? Si realmente quisieras lo harías pero no me detienes —lo tomé de la nuca acercadolo lo suficiente para estar a nada de pegar nuestros labios. —Aléjame.

Él tenía esa irritable mirada, esa que me fastidiada todos los días a todo momento. Acarició mi espalda y bajó a mi cintura; acercó sus labios y los rozó conmigo.

—¿Crees que no me he dado cuenta de las armas que guardas en tús muslos y cintura? —rápidamente me alejé de él y presione mis manos. —¿Quién eres exactamente?

La hija de la sirvienta. La que aguanto las humillaciones, maltratos y burlas de quién se supone sería su familia. La que tomó éste camino para su bien y él de su madre. La que no tiene ninguna compasión por nadie.

—¿Estás dudando? —reí. —Vengo a casa de unos desconocidos, ¿Porqué vendría sin algo para cuidarme? Podrían ser unos pervertidos. —me abracé a mi misma con un ligero puchero.

—Akira Gosh, ¿he? —asintió y poco a poco se acercó hasta acorralarme entre la pared y su cuerpo. —No tenía idea qué el conde Gosh tuviera otra hija, nunca se dio a conocer eso. ¿Quién eres exactamente?

—Ya te lo dije, niño.

—Acaso eres, ¿la hija de la amante del conde Gosh?

Mis pupilas se hicieron pequeñas y mi ceño se frunció con rabia.

Yo no era eso.
Yo no era una simple hija de una sirvienta.
Yo merezco el mismo reconocimiento junto con mi madre como lo era con esa mujer y sus gemelos.

Con fuerza lo empujé y lo abofetee haciendo que este volteara la cara unos segundos estupefacto de lo que acababa de hacer.

—Yo no soy nada de eso, idiota. Más te vale jamás mencionarlo y dejar de buscar información sobre mi. —lo señale molesta.

Desvío su mirada tocando su mejilla que había tomado un ligero tono rojizo.

—Si no quieres que busqué respuestas entonces dámelas tú.

Ladee una risa y negué dándome la vuelta saliendo de ahí. Entré al primer baño qué vi y me recargue sobre el lava manos masajeando mi frente, tenía que darme prisa para que el no esté buscando sobre mi y todo empeore.

Esta noche, esta noche esa chica no estaría.

Asesina; Ruki MukamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora