Sasuke Uchiha era un hombre normal.
Trabajaba, limpiaba su casa, cocinaba. Tenía un itinerario que mantenía su vida en perfecto orden, un orden que era mejor mantener.
Sasuke Uchiha era un hombre normal, y como todo hombre normal, él también tenía s...
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Ese viernes las cosas estaban ruidosas en la oficina.
« ¿Escucharon sobre la chica desaparecida? »
« ¿Otra? »
« ¡Si! Apenas esta mañana lo reportaron, pero parece que tiene más de seis días sin saber de ella»
« Yo también lo vi en las noticias antes de venir, pero escuché a alguien en el tren decir que la policía le dijo a la familia que seguramente se había escapado y que probablemente volvería pronto»
« ¿Qué? ¿Y qué edad tiene? »
« Apenas quince años»
«Bueno, ojalá sea cierto que se escapó, sino...»
« ¿Sino? »
«Sino, es probable que ya esté muerta»
La conversación se detuvo en ese momento, siendo primero sustituido por un silencio pesado y luego por los sonidos de varios zapatos y tacones chochando rápidamente contra las baldosas mientras que todos rompían el pequeño círculo que habían formado para volver cada quien a su cubículo a tiempo para que el jefe entrara por la puerta.
Sasuke todo el tiempo se había mantenido trabajando, concentrado en lo que hacía pero aún lo suficientemente consciente de su entorno como para escuchar las conversaciones.
Sus dedos se detuvieron por unos segundos antes de seguir tecleando, reiniciando para detenerse nuevamente con sus dedos ahora rígidos. El celular en el bolsillo de su pantalón no dejaba de vibrar y eso solo podía ser a causa de una persona. Resistió el impulso de sacar el aparato y estrellarlo contra la pared, pero cuando finalmente el reloj marcó las 12:00 p.m. se puso de pie tan rápido que la silla se arrastró hacia atrás con el molesto ruido que provocó la acción.
Todos lo miraban, impresionados y confundidos por su repentina acción. Lo miraban y no le gustaba.
No perdió tiempo, tomó su comida y salió del edificio, cerrando la puerta de su auto fuertemente cuando llegó. Sacó el aparato de su bolsillo mientras dejaba su comida en el asiento de al lado. Cuando encendió la pantalla confirmó sus sospechas, bajo el nombre resaltado de Naruto había una franja que agrupaba veintisiete mensajes que le había enviado.
Tuvo que detenerse un momento a respirar e intentar calmarse, sus manos picaban ante el ligero cambio en su cuidadoso horario ¿revisar mensajes antes de comer su comida? Era inaceptable, pero hace tiempo había aprendido que, mientras más ignorara a Naruto, más mensajes enviaría, luego empezaría a llamar, y si acaso no le contestaba, el rubio estaría derribando su puerta e incluso entrando por alguna de sus ventanas luego de romperla.
