Capítulo XVI (Signos de interrogación).

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Escribir ya no tiene sentido, siento que en algún momento ya no importará cuando ahogue mis penas en escritos mediocres de niña de primaria, la verdad ya no me interesan mis notas y eso me asusta, siempre tan ejemplar y ahora hecha mierda, irónico como las palabras que salen de su boca y las acciones equivocas que comete.

¿Dónde se supone que debo estar? Posiblemente en mis clases enterrada en la frase de ser "alguien en la vida" cuando la idea principal ni siquiera está planteada. ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Estudiar y generar dinero cuando haya ganado cada semestre inservible? No, gracias, prefiero desperdiciar 13 años buscando una felicidad sobrevalorada, que 5 años en una esclavitud infinita. ¿Qué se supone que soy? ¿Una persona? ¿Un humano? ¿El líder de la cadena alimenticia? No, esos términos son grotescos, son vulgares así como el cura que violó 31 niños en el silencio de un rincón "santo".

¿Qué se supone que haré con mi vida? El futuro es tan incierto como las mentiras de mi madre para "protegerme" del mundo al que no quería venir. ¿Qué sentido tiene ser alguien? Si después de la muerte no sabemos quiénes recuerdan nuestros inventos robados o nuestras canciones subestimadas. ¿De qué sirve ser una leyenda en vida? Si cada teoría de la muerte es más difícil de explicar y que además de ello parece imposible de creer. ¿Para qué iniciar tantos signos interrogativos? Si de igual manera nunca encontraré una respuesta concreta, ni siquiera encontraré un valor cercano a las preguntas estúpidas que rondan en mi cabeza después de cada crisis maníaca.

¿Se supone que debo amarme? Hay categorías y estereotipos cada vez más imposibles de cumplir y seguir, hoy serán 301 sentadillas, mañana serán 3.011 sumando 223 abdominales, medidas inconcretas, "ámate como eres", basura, lo desecho como la comida que dejo de consumir por tener una excelente figura, si, es ilógico porque digo que no me importa lo que digan los demás pero cuando estoy sola me dedico a contarle mis penas al gato que no entiende una mínima palabra, pero que intenta traducir cada gota salada que escurren mis ojos.

Esta época es bastante contradictoria, hay frases inspiradoras, millones de géneros y dicen respetar opiniones y eliminar cada categoría que nos obligue a odiarnos, pero la cajita de sorpresas llamada realidad nos da bofetadas diarias mostrando que cada vez son más exigentes con el físico de una persona, incluso lo que llamamos por familia nos obliga a cumplir con sus reglas vacías y sin argumentos válidos, puesto que su único argumento es que son mayores y hacen lo que se les viene en gana.

Déjame gozar de una semana sin baño para perderme en ese asqueroso edor que es formado por mis pensamientos pobres y desordenados, no necesito un psicólogo que escuche mis lágrimas o un psiquiatra que me medique cada que me corto las venas, solo deseo perder un año de mi vida durmiendo, comiendo, sin hacer nada, quizás leer si es que lo vuelvo a disfrutar como antes, de pronto aprender por mi cuenta sin estrés alguno y fechas límites, escuchar música todo el jodido día todos los días, repetir mil veces esa canción solo porque la nostalgia es hermosa y acostarme viendo un techo en blanco como la mente que nunca tendré me da tranquilidad. Mantenerme sola a la deriva como si nada importara, eliminar cada red social que me contamina de perezas y no contestar llamadas preocupadas, desaparecer con el MP3 al que le dedicaría mi vida entera por brindarme algo de euforia divina.

Aún hay tantas jodidas preguntas y aunque sé que pensar en ello no me dará las respuestas que necesito, ¿Se supone que debo pedir ayuda? Porque hablar de lo que siento no me hace sentir cómoda, siento que es innecesario contar mis problemas a quienes solo desean dinero o chismes concurridos. ¿Se supone que debo gritar? Porque mi garganta parece seca y ronca, ¿Debería hablar lo que estoy callando? Pero aunque lo diga creerán que es estúpido, la hora en mi reloj corre más rápido que el mejor atleta del mundo y mis latidos resultan servir menos de lo que sirvo yo en cualquier parte del mundo. Ya no sé que otro interrogativo abrir, sólo sé que quiero una respuesta o terminar con las dudas que acaban con mi cabeza.

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