Quinta Cita

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Harry revolvió sus rizos mientras escuchaba al chico a su lado reír.

Una noche de películas no era una mala idea, así que ambos se dirigían al cine. El menor podía sentir el calor que emanaba el mayor a su lado y podía sentir el roce de sus manos al chocar.

Louis también lo sentía, pero ninguno tenía la valentía de tomar la mano del otro, así que se limitaron a ese simple contacto.

—Quiero ver una de terror, la que haya, ¡quiero verte temblar de miedo! —Se burló el ojiazul. — Seguro empezarás a llorar y tendré que decirte cosas como Harry, no seas tan miedoso, es solo una película.

El rizado le miró fingiendo furia, él no era de los que le temían a las películas de miedo, no creía en esas cosas de los espíritus ni en el diablo, pero tampoco les disgustan las películas, así que decidió complacer al chico de ojos azules.

Aunque él apostaría lo que fuera a que el ojiazul sería el que terminaría temblando.

Ambos entraron a la boletería al decidir la película que verían, mientras esperaban en la fila para comprar los tickets y aperitivos, Louis reía por las quejas de su compañero.

—¡Es que ya me veo venir que esta película será ridícula! Es que, de verdad, ¿Quién entra porque si a una cabaña en medio del bosque? ¡No hay cabeza en donde quepa!

Louis río, miró al frente al notar que era su turno. Harry miró enojado al chico que atendía al notar que sonrió muy alegre al ojiazul, ¿acaso le parecía lindo? ¿Qué tal le parecería un puño en su bo...?

—¡Dos para la película número cuatro, por favor! Y unas palomitas grandes con dos refrescos —Pidió el mayor.

Harry relajó su entrecejo al ver que el chico alejaba la mirada de su cita, apresurándose a tomar los tickets y los aperitivos ordenados.

—¡Yo pago! —Se apresuró a decir el mayor.

Harry bufó al ver cómo extendía el dinero al chico de la boletería, el ojiazul río por su acción y tomó su mano para moverlo de la fila, a la vez que agarraba los boletos y sus palomitas.

—¿De verdad, Louis? Debía pagarlo yo, ¿de qué otra forma puedo ser caballeroso contigo? —Se quejó el rizado.

Louis le sonrió, logrando que sus ojos azules se achinaran. El rizado sonrió y dejó su enojo de lado al ver la preciosa sonrisa de su acompañante.

—Venga, Harry, no te enojes, solo quería servir de algo, ¡tú siempre pagas todo! — Defendió el ojiazul, consiguiendo un bufido del otro.

—Vale, prometo dejarte pagar todo desde ahora.

Harry sonrió, consiguiendo lo que quería.

—Me quiero comprar un nuevo piano eléctrico, ¿también quieres pagarlo? —Se burló el ojiazul.

El rizado continuó el juego. —Depende, ¿realmente lo quieres? Porque si es así, te lo compraré.

Louis se sonrojó al notar la caballerosidad del rizado, nunca nadie había sido tan dulce con él. El ojiazul había pasado la noche pasada pensando en que este chico realmente le estaba conquistando.

Ambos entraron a la sala y se sentaron en el medio, ya que el mayor había dicho que esos eran los mejores asientos, Harry no podía evitar hacer lo que él quisiera.

Las luces se apagaron y los comerciales comenzaron a aparecer en la pantalla, pero Louis no podía esperar a que empezara la película, así que comenzó a comer de las palomitas que había comprado para ambos.

Las siete citas [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora