3. "Me gustan las latinas"

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Cuando vuelvo a casa trato de no pensar en él chico, pero su mirada, su voz, su leve toque en mi cintura son algo que no salen de mi cabeza. Hoy mamá y Nathan están trabajando, el silencio en la casa en relajante. Marco está en su habitación y yo en la mía.

Tomo la computadora. Busco alguna película para distraerme, veré una de mis películas favoritas, es antigua, pero es un clásico. Espíritu Adolescente. Busco palomitas, algo de beber y dulces.

Mi mirada se desvía al lugar dónde está mi uniforme, tal vez debería probar a ver cómo me queda.

No, esperaré a mañana, no quiero levantarme, me da flojera. La noche llega junto con Nathan y mamá, bajo a la cena y los saludo con un poco más de confianza. Nos sentamos en la mesa.

—¿Qué te pareció el instituto, Lily? — pregunta mamá.

— Superó mis expectativas — me sincero.

— ¡Que bueno que te haya gustado! Tenemos otro regalo para ti.

Dice Nathan levantándose, sale del comedor y segundos después vuelve. Se sienta al lado de mamá, ella no deja de sonreír, Marco rueda los ojos como si supiera cuál es el regalo. Los observó con curiosidad ¿Qué otro regalo puede ser?

— Ten — Nathan me entrega una tarjeta de PVC muy delgada ¡Joder es una tarjeta de crédito!

Los observó sin poder creerlo.

— ¿Es para mí?

Tal vez la pregunta fue estúpida, pero equis, soy joven.

Y si, así de fácil suelo justificar mi estupidez.

— ¡Si! — Responde mamá con mucho entusiasmo.

— Muchas gracias. De verdad, gracias.

No puedo ocultar el entusiasmo. Me levanto de la mesa abrazando a Nathan y a mamá. La cena se vuelve más cómoda para mí y platico más de lo que lo hice en toda esta semana.

Terminamos la cena, me despido y subo a mi habitación. Busco una pequeña cartera brillante que me compró mi madre hace uno días. Meto mi documento de identidad, la tarjeta de crédito y no sé qué más guardar.

Dejó la cartera en mi mesita de noche y me duermo, mañana será un largo día. Al día siguiente me levantó con más ánimo, me doy una corta ducha, aún no sé cómo usar la tina muy bien.

Me pongo el uniforme que se ajusta a mi cuerpo como una segunda piel. La camiseta blanca es de manga larga y agradezco eso. Encima me pongo el blazer gris que tiene un estampado del escudo del instituto. Rodeo la corbata en mi cuello, pero no sé cúmo ponérmela.

La falda es de cuadro, se ajusta a mi cadera hasta la mitad de mis muslos, me siento como una secretaria. Me pongo unas medias negras delgadas hasta encima de mis rodillas. Opto por unas botas de cuero, me gusta cómo me queda con el uniforme.

Me hago una coleta alta y me maquillo lo más natural posible. Tomo mi mochila guardando la cartera dentro y salgo con mi celular en la mano.

Veo a Marco solo en el comedor, nuestros padres tuvieron que irse antes a trabajar. Me sirvo el desayuno ya que Chloe se enfermó y no pudo venir. El semblante frío del hombre que está en frente de mí me molesta.

Termino de desayunar y camino hacia el gran espejo que hay a la salida. No sé cómo rayos ponerme está corbata, tampoco quiero que me vean como una rebelde en el instituto por llevar mal la corbata o no llevarla puesta correctamente.

—Marco — lo llamó cuando se acerca— ¿Me harías el favor de ayudarme con la corbata?

— No.

Sale de la casa.

¿Dónde Está Mi Chico Cliché?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora