15. "No sé bailar"

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— Acaso tu y él acaban de...

Indira me señala primero a mí y después a Nereo, su expresión incrédula me saca una sonrisa. Nos vemos fijamente y trato de no sonreírle porque esta guapo y eso nunca es una sorpresa. 

Nereo tiene un traje informal rojo con una camisa blanca de fondo que deja ver parte de su pecho. Su mano derecha porta un fino reloj y en sus grandes manos nunca faltan sus anillos tan varoniles. Su cabello ondulado cae sobre su frente  y definitivamente más perfecto no puede estar.

— Que guapo se ve, caballero —juraría que mis ojos brillan.

Sus ojos bajan de mi rostro a mi atuendo el cual esta algo revelador, la pequeña prenda hace resaltar mis curvas y pechos. Se fija en mis muslos y lo que queda de mis piernas descubiertas, el asombro es evidente, pues solo cubre la prenda una tela transparente con brillos dorados.

Sube lentamente su mirada poniéndome nerviosa de lo intensa que es. Pero se detiene en las cadenas doradas que rodean mi cintura por debajo del encaje, tiene una serpiente en medio del diseño y más sexy no puedo estar.

El de la idea fue Walter, bueno, en realidad fue mi idea, pero él no me obligo a no elegir algo que muestra mi trasero y lo marca sin descaro.

— Me halaga, pero usted damisela, definitivamente es un hermoso poema de Friedrich Schiller.

Me hace una pequeña reverencia.

Por Zeus, no tengo ni puta idea de quién es ese tal Frederick, pero son de las cosas más bonitas que me han dicho.Se acerca y sin pensarlo rodeo su cuello para abrazarlo como si no lo viera en años. Se siente bonito no temer al contacto.

— Me la estoy pasando bien raro —dice Indira con una mirada de asco.

Me alejo rápidamente apenada.

— Yo —  Marco la apoya.

— ¿Qué es eso de caballero y damisela? — Nick nos observa confundidos.

— Cállate, nadie quiere saber de sus fetiches raros— Indira sale después de mirar a Nick con desprecio.

— Oigan, no son fetiches de los que creen, solo son algo como apodos— suplico para que no nazcan malos entendidos.

A lo que claramente todos ignoran y se quedan con su pensamiento erróneo, malditos.

Nos tomamos una foto en grupo y en lo único en lo que pienso es en lo feliz que estoy de vivir estás nuevas experiencias. Salimos para ver la gran limosina de Indira, nos adentramos y observo todo estupefacta, por supuesto que nunca entre a una, y es demasiado linda, y lujosa.

Abren las botellas de champagne y tomo una copa sin pensarlo, hoy será mi noche. Llegamos al lugar y por todos los santos, es un museo en forma de castillo, de esos lugares que se ven antiguos pero modernos a la vez.

Le pido a Walter que me tome un par de fotos fuera del lugar, y mande todo a la mierda, esa copa me sirvió.

Espera... Una copa, o sea ¿Solo una copa me está soltando? No puede ser, le falle al apellido alcohólico de mi padre.

— ¡Que empiece la fiesta!—  anima Nick, el cual se tomó casi una botella completa de vodka.

Nereo aparece a mi lado tomando mi mano, y sigo preocupada porque todo esto es demasiado lindo y perfecto. Las miradas no se hacen esperar, y claro que es porque sujeto la mano de uno de los reyes del instituto.

Pero yo también me veo guapísima, y cuando te sientes bien y te ves bien a ti misma, cariño, no dudes de que todos lo verán, recuerdo las palabras de mi amiga.

¿Dónde Está Mi Chico Cliché?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora