Cazadores y presa
Todo está oscuro, este teatro es mucho más grande que cualquier otro donde me he presentado, por más que haya oscuridad puedo distinguir las paredes blancas con dorado y el techo con alguna pintura de la edad media.
La luz del escenario ilumina mi cara y los nervios desaparecen, era la hora de ser el centro de atención.
Cada movimiento era delicado como el pétalo de rosa el cual el viento hace bailar.
Mi cuerpo cada vez se movía más rápido hasta que se detuvo, dolía, ahora sufría. En aquel momento en que el dolor llegó a mi cuerpo mientras un violín sonaba de fondo, sentí una mirada. Había cientos de personas viéndome con lágrimas en sus ojos, pero esa mirada era de placer, como si mis movimientos que transmitían dolor fuesen de su agrado.
Otra persona entró al escenario, el príncipe que me salvaría. El chico de cabello rubio puso sus delgadas manos en mi cintura y sentí que aquella mirada llena de placer ahora me veía con odio, como un cazador que le arrebataron su presa.
El sonido del violín cambiaba por un piano, los dos en el escenario nos volvimos uno, sin embargo, me sentía incomoda, como si algo nos impidiera conectar por completo.
Sus manos quejaron mis cintura para movernos por separado, pensé que la mirada me seguiría, pero solo sentía las otras cientos de miradas conmovidas. En ese preciso instante noté que sin la mirada de aquel desconocido estaba perdida.
La obra no había finalizado sin embargo mi cuerpo buscaba a el dueño de aquella mirada que ahora me pertenecía.
La luz seguía cegando mis ojos, el me veía, pero yo no a él, ese detalle me hizo sentir indefensa, un miedo agradable se extendió por mi cuerpo.
Mis ojos se cruzaron con el chico que bailaba a mi lado, los había visto muchas veces en el ensayo pero ahora su mirada era diferente, parecía a la del extraño que me observaba, mirada de cazadores y sin saberlo yo era la presa.
La música desaparecía, pero yo quería seguir bailando, la historia no había terminado, estaba apuntó de empezar.
No me di cuanta que telón había bajado hasta que los cuerpos de mis compañeros de obra me abrazaron, se acercaron con rosas rojas en sus manos, odio las cosas rojas.
- ¡____ estuviste mejor que nunca! - dijo una chica de cabello negro.
- Nunca vi una obra tan conmovedora -dijo otra chica pelirroja.
- Oliver y tu conectaron de una manera preciosa -dijo una tercera persona.
Solo decía gracias sin escuchar sus cumplidos.
Quería buscar a él dueño de aquella mirada que en tan poco causó tanto en mí, pero con tantas personas a mi alrededor hasta respirar me era difícil.
- Perdonen tengo... -trate de hablar.
- Cuando Oliver tomó tu cintura, sus manos encajaban perfectamente en ella.
- Disculpen, pero tengo... - dije mientas caminaba, pero me tenían rodeada.
- La intensidad de sus miradas, solo pensaba en ustedes dos besándose.
- Perdón, luego podemos hablar necesito...
- Es obvio que todo esto va mucho más allá que una simple obra, me niego a pensar que todo fue una actuación.
- Responderé después primero tengo...
- Dime ya que son novios, después de eso es obvio que algo son... - el chico fue interrumpido.