Capítulo 38

211 20 24
                                    

Tras acabar el ensayo, tal y como el mismo Jaime había planeado, los cuatro miembros Wrong Way se dirigieron hacia su nueva casa.

Durante todo el ensayo su mente había estado pensando en Lucas, no es de extrañar que Jaime no hubiera dado pie con bola. Se equivocó con los acordes y no entraba en la canción cuando le tocaba, hasta sus amigos se habían dado cuenta y le habían preguntado en un par de ocasiones si se encontraba bien. Todos quedaron satisfechos con la explicación que les dio, estaba emocionado por la fiesta de esa noche y por su cumpleaños.

Nada más lejos de la realidad, su mente estaba plagada de unos ojos azules que lo miraban con pasión mientras él los hacía llegar al borde del abismo. Pensar en Lucas era inevitable. Tras haber comido se acurrucaron juntos en el sofá y aunque en un primer momento la intención de Jaime había sido la de continuar donde lo habían dejado, fue más que evidente que Lucas estaba cansado y necesitaba dormir. Así que acabó viendo una película mientras su novio dormía con la cabeza apoyada en su regazo y él le acariciaba el pelo. Era completamente diferente a lo que había echo antes. Jaime era un experto en cuanto al sexo se refería, a sus dieciocho años había probado prácticamente todas las posturas sexuales que dos hombres podían poner en práctica, pero era la primera vez que hacía algo así. Acariciar la cabeza de su amante mientras este dormía. Si era sincero consigo mismo, le encantaba. Prefería estar así con Lucas a todo el sexo desenfrenado que había tenido estos últimos años. Sexo muchas veces anónimo en el cuarto de baño de una discoteca. Lo que tenía ahora no podía compararse. Ver a Lucas dormir, relajado sobre su cuerpo, sabiendo que confiaba en él le hacía sentir como un gigante que podía enfrentarse a todo.

—Tierra llamando a Jaime —dijo Nico.

—¿Qué? —contestó confuso el moreno.

—Hemos llegado a tu casa. ¿Puedes abrir o comenzamos la fiesta en la calle? —Nico llevaba toda la tarde hablando de la fiesta y estaba más impaciente que el propio cumpleañero.

Jaime levantó la vista y efectivamente vio como estaban frente a la verja de la casa. No se había dado cuenta ni de que habían llegado. Sacó las llaves de su bolsillo para abrirla y entrar.

—Jaime, ¿en serio estas bien? —preguntó un preocupado Zaka—. Llevas toda la tarde como ido. Tal vez deberíamos dejar la fiesta para otro día y acompañarte al hospital.

—Sí, hombre. Al hospital que se vaya solito. Nosotros nos pegamos la fiesta —sentenció Nico—. Además a este no le pasa nada —dijo señalando a Jaime—. Seguramente se ha encaprichado de algún otro tío y está planeando como tirárselo.

—Nada de tíos para mí —contestó precipitadamente Jaime lo que hizo que sus tres amigos frenaran en seco y se giraran a mirarle.

—¿Perdona? ¿Nada de tíos? ¿Has hecho voto de castidad? —Leo se veía confuso.

—Mierda, Jaime has pillado una venérea. ¿Por eso estás así? —Zaka se quedó blanco con el pensamiento de su amigo estando enfermo.

—Idos a la mierda. Ni venéreas ni pollas. Solo he decido que voy a pasar de los tíos un tiempo y dedicarme al grupo más en serio —dijo Jaime. Es la mejor mentira que se le ocurrió para que sus amigos no se preguntaran como había pasado de ser una puta a un célibe. No podía contarles la verdad así que tuvo que inventar algo sobre la marcha.

—Pues cualquiera lo diría con el ensayo de mierda que has hecho hoy —le picó Nico.

—Joder, ya os lo he dicho. Con la emoción de la fiesta anoche no dormí bien y estaba desconcentrado.¿Qué pasa que vosotros no habéis hecho nunca un ensayo de mierda? ¿Sois perfectos? —Jaime se estaba empezando a mosquear porque no podía decirles la verdad y si continuaban las preguntas finalmente no sabría que decirles y le pillarían. Sus amigos lo conocían demasiado bien.

Condenados a Entenderse | Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora