Capítulo 2

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Por mucho que sus compañeros de equipo estuvieran armando el mismo alboroto que siempre, Lucas estaba sentado en una esquina del vestuario. Cada vez que disputaban un partido seguía la misma rutina, realmente no sabía si gracias a ella era mejor jugador o no, pero como sus ídolos futbolísticos, él también tenía sus supersticiones.

Siempre se ataba primero la bota izquierda, así lo había hecho cinco años atrás, la primera vez que jugó un partido con el equipo del Miguel de Cervantes y metió los dos goles que les otorgaron la victoria.

Y así seguía haciéndolo, primero la izquierda, luego la derecha. Se tomaba unos minutos en silencio mientras sus compañeros gritaban y alborotaban el vestuario, hasta que el entrenador los hacía callar a todos, los reunía a su alrededor, les daba las últimas instrucciones y los hacía saltar al terreno de juego.

No, Lucas no se atrevía a cambiar su rutina previa a un partido, puede que el resto de sus compañeros pensaran que se tomaba el fútbol a nivel escolar demasiado en serio, pero él tenía sus metas establecidas.

Si seguía jugando así y estando en boca de todos, tal y como su entrenador de equipo le dijo, al final de temporada conseguirían traerle a un ojeador conocido suyo del equipo de su ciudad, el Barcelona Club Condal, y le podrían dar la oportunidad de jugar una temporada en las categorías inferiores. Solo tenía que jugar esta temporada, su última con el Cervantes, ya que en junio se graduaría de bachillerato, al mismo nivel que las anteriores. Entonces, tal y como había pactado con su padre, podría tomarse un año para el fútbol exclusivamente y aparcar los estudios de manera temporal.

Tener la oportunidad de ser visto por un ojeador del Barcelona Club Condal y que le dieran la oportunidad de una temporada en las categorías inferiores, era su llave para ir ascendiendo hasta el primer equipo.

Había cumplido los dieciocho hacía un mes, su forma física y su técnica estaban al nivel de cualquier jugador profesional. Solo necesitaba cinco meses más.

Siempre había destacado en el terreno de juego, desde que comenzara su andadura en el equipo de primaria. Había resultado incluso entretenido para un niño de siete años, saber que todos los alumnos de su colegio, incluso los niños de cursos superiores, conocían quién era y le saludaban por los pasillos. Llegó un punto en el que su nombre era prácticamente reverenciado. Su pasión por este deporte y su aplicación para los estudios no le dejaban tiempo para jugar con otro niños ni para notar que, mientras él solo necesitaba una pelota por compañía, sus amigos preadolescentes y de hormonas revolucionadas comenzaban a interesarse por las niñas de su misma clase o más mayores. Y así siguió aún cuando entró en secundaria.

Lucas entró en el equipo del Cervantes en su primer año de secundaria y le sucedió lo mismo que en primaria, todo el instituto comenzó a conocerle. Y él seguía siendo completamente ajeno a atracciones y amoríos, tan intensos a la edad de los doce años.

Era completamente feliz y estaba satisfecho con entrenar días alternos y disputar una partido cada fin de semana, contaba con Leo, su mejor amigo desde la escuela primaria, y para él su vida era más que suficiente. La atención que recibía por parte de sus compañeras del Cervantes no le interesaba en absoluto, su única meta era jugar.

Pero eso cambió tres años atrás, cuando coincidió en clase con ese chico de pelo negro y rizado e intensos ojos verdes. A la edad de quince años, Lucas sintió por primera vez la atracción física por otra persona. Nunca se habría imaginado que su falta de interés por las chicas se debiera al hecho de no haber descubierto aún su orientación sexual y no a su obsesión por el deporte.

Desde el momento en que su interés hacia otro cuerpo despertó, se volvió consciente del resto de los chicos que le rodeaban y notó que en efecto, su cuerpo reaccionaba a ellos de una manera que nunca lo había hecho antes. No obstante la atracción que sentía por el joven Jaime, era cien veces más fuerte que la que pudiera sentir por otros compañeros.

Condenados a Entenderse | Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora