Capítulo 23

135 19 10
                                    

Faltaban diez minutos para las cuatro de la tarde y todos los miembros de Wrong Way, Gisela, Elena y Luis se encontraban reunidos en el garaje esperando a las dos chicas que los habían citado. Ninguno de ellos sabía a que venía ese misterio. Todos los presentes estaban a la expectativa e incluso nerviosos. Zaka, como era habitual, estaba sentado en su lugar frente a la batería con Gisela en sus rodillas; Leo y Elena compartían el sofá individual y Nico, Luis y Jaime estaban sentados en el de tres plazas.

El cantante llevaba puestas sus gafas de sol lo que significaba para sus compañeros que posiblemente tenía dolor de cabeza provocado por la resaca. Cuando se encontraba en ese estado lo mejor era ignorarle puesto que significaba que estaba de mal humor. Lo que sus amigos desconocían es que Jaime no había probado el alcohol la noche anterior, quiso mantenerse completamente sobrio por si el misterioso chico decidía darse a conocer. El verdadero motivo de que llevara las gafas de sol porque sus ojos continuaban enrojecidos al ser incapaz de dejar de llorar. Nunca lo hacía pero una vez que empezaba no podía parar. No quería que nadie lo supiera por lo que decidió mantener sus gafas puestas en el interior del local para evitar que sus amigos le hablaran siquiera. Su apatía y tristeza era más que evidente pero de esta forma sus amigos las confundirían con resaca y su máscara continuaría intacta.

—Joder. Estas dos a qué hora piensan aparecer? —se quejó Leo—. Aun tengo que acabar los deberes para mañana de inglés. Se supone que nos han citado ellas.

—Tranquilo, cielo —respondió Elena tratando de calmarle—. Si nos han reunido aquí a todos con tanta urgencia debe ser algo importante.

—Apuesto a que Tania ha dejado preñada a Dani —bromeó Nico mientras Luis y él reían como locos ante tal ocurrencia—. ¿Qué vas a hacer Tío Zacarías?

Todos los presentes miraron a los dos chicos como si se hubieran vuelto locos al verlos allí destornillándose de la risa ante tal estupidez. Zaka les lanzó una de sus baquetas.

—¿Sois gilipollas? Estáis hablando de mi hermana pequeña, imbéciles —les gritó el batería visiblemente molesto.

—No les hagas caso, comparten una neurona entre los dos. —Gisela besó a su novio para distraerlo de los chicos.

En ese momento las dos chicas motivo de la conversación anterior aparecieron por la puerta que conectaba el garaje con la casa.

—Ya era hora —dijo Leo.

—Son las cuatro en punto —respondió Tania consultando su reloj—. No es nuestra culpa que hayáis llegado antes.

—Tani, reconoce que el mensaje grupal era bastante alarmista —le contestó Elena.

—Lo sé pero es que es muy importante y tenía que asegurarme que todos vinierais —respondió la rubia encogiéndose de hombros.

Tania y Dani se situaron frente a todos de pie a fin de tener una visión clara de todos ellos y no perderse sus caras al escuchar a las noticias. A simple vista era evidente que ninguno de ellos se había enterado todavía, si no se mostrarían bastante más alegres de lo que estaban.

—Bien —comenzó—, deduzco por el recibimiento hostil y el ambiente que aquí se respira que ninguno ha entrado hoy en Twitter, ¿me equivoco?

Los presentes negaron con la cabeza, todos excepto Jaime quien estaba tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera estaba escuchándola.

—Si lo hubierais hecho y os hubierais molestado en mirar la cuenta del grupo hubierais descubierto un par de cosas.

—Es Jaime quien lleva esa cuenta, él maneja las redes sociales —dijo Nico a modo de excusa.

Condenados a Entenderse | Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora