5. Peor de lo que pensaba

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Capítulo 5

Por más intentos que hicimos Abby y yo para largarnos de este lugar simplemente no pudimos lograr nada porque el señor Frank les ordenó a sus hombres no dejarnos salir, prácticamente nos tiene como prisioneras.

Abby muy enojada le mando una patada en la parte intima a uno de los hombres frente a la puerta que estaba obstruyendo nuestro paso y este al instante empezó a quejarse de dolor, cayendo de rodillas sin dejar de apretar la zona.

Quede un poco sorprendida por la reacción de mi amiga, pero en el fondo me dio mucha gracia.

Se lo merecía.

La habitación en la que estamos es sumamente hermosa, además de espaciosa tiene: una cama matrimonial con edredón blanco al igual que las almohadas. En una esquina hay unos muebles cafés y al frente una pantalla. En el fondo se encuentra un baño bastante grande con inodoro de tanque bajo. Y por último un balcón en el cual me quede toda la noche.

Así es, no dormí.

—¿Elina dónde estás? —escuchó la voz somnolienta de Abby.

—Estoy en el balcón.

—¿No dormiste? —me giró para mirarla y se está frotando los ojos.

—No, no dejo de pensar en todo lo que sucedió ayer.

—Claro amiga viviste un momento muy horrible.

Ayer cuando llegamos a la habitación le conté detalladamente a Abby todo lo sucedido con respecto a que casi me matan en aquel apartamento.

—Por dicha Aiden te ayudo.

—Ni siquiera me lo menciones —exclamó molesta rodando los ojos.

—Okey lo siento —ella levanta sus manos en señal de paz—. Aiden usualmente no ayuda a nadie.

Al instante frunzo el ceño.

—¿Tú lo conoces?

Ella asiente.

—Aiden es el rey de las carreras clandestinas.

Quise decir algo, pero fuimos interrumpidas por una muchacha bajita la cual trae una bandeja en sus manos.

—¡Buenos días! —saluda risueña—. Chicas les traje el desayuno —coloca la bandeja en la mesita de noche que está a la par de la cama—. El jefe me pidió que les dijera que al terminar de comer fueran a verlo.

Con solo escuchar la palabra «jefe» se me revuelve el estómago.

—Está bien gracias —dice Abby amable y después la muchacha se marcha.

—¿A cuál jefe se refiere? —preguntó dudosa.

—Al señor Frank a quien más —responde mi amiga como si fuera obvio—. ¿Por qué?

—Porque cuando entre a esta casa uno de los guardias llamo a Aiden jefe.

—Supongo que por ser su sobrino le tienen mucho respeto —se encoge de hombros y camina con rapidez hacia la mesita de noche.

Claro, tiene sentido.

El desayuno contiene unos huevos revueltos con jamón, un poco de frutas en una taza aparte y jugo de naranja, se ve muy delicioso. Sin embargo, no me animo a probar ni un solo bocado.

—Elina ven a desayunar —habla Abby abarrotando su boca de comida.

—No, puede tener veneno o algo así.

—No seas exagerada —se ríe.

Al final, Abby termina de comerse todo lo que hay en la bandeja. La pobre sí que tenía hambre.

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