Capítulo 9

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Jueves, 01 de marzo de 2018

Había llegado un mes más en un parpadear. Ese día desperté temprano de la emoción. Era la fiesta de celebración del restaurante, lo que significaba que, yo no tendría que trabajar. Ni Alín, ni mis compañeros, ni yo. Era una celebración para los miembros del restaurante y los que habían ayudado a Lynn con aquel sueño exhaustivo.

Lynn contrataría un catering, el mejor de la ciudad según su criterio y ofrecería los vinos del restaurante para tener una prueba de las delicias que había en el Golden Lynn.

Miré la bolsa de papel sobre la cama y la tomé. Hacía unos días, Alín y yo habíamos ido juntas a una boutique de vestidos de coctel. Lynn nos había pedido presentarnos radiantes y Alín se lo había tomado muy a pecho, aunque tampoco me negué con su sugerencia. Alín ya había ido a esas celebraciones, así que, si alguien sabía exactamente cómo vestir, era ella.

—¿Te vas? —me preguntó Jasper lanzándose sobre la cama. Tenía las energías apagadas ese día, y yo sabía perfectamente la razón.

—Dentro de un rato. La fiesta es hasta las siete, pero Alín me pidió ir a las tres.

—¿Por qué tan temprano? No tienes que arreglarte tanto para verte bonita —sonreí.

—No es para eso solamente. Nunca la visito, quizás quiera platicar, arreglarnos previamente la piel con mascarillas y esas cosas.

—Ya —suspiró pesado por la nariz—. ¿Vienes? —me palmeó el espacio a su lado.

—¿Quieres hablarlo? —me acosté a su lado.

—¿De que vas a irte y regresar hasta tarde? No hay porqué hablarlo, lo haces desde que vivimos juntos.

—Lo sé —le acaricié la mejilla—. Sólo me aseguro de que no te afecte.

Lynn había dicho perfectamente que podíamos ir acompañados de nuestra pareja, e incluso de nuestros padres, pero yo no tenía ninguna de aquellas opciones. Me sentía mal por ello, pésimo en realidad.

—No deberías preocuparte por mí, eres tú la que tendrá que asistir sola por las injusticias de la vida.

—Ir sola no me molesta —le dije—. Pero me hubiese gustado tanto que fueras conmigo...

—Lo siento —susurró, dejó un beso en mi cabeza—. Espero que te diviertas mucho, lo mereces.

—No tienes que disculparte, no es tu culpa. De todos modos, habría tenido que ir sola —dije, pero muy en el fondo realmente no estaba segura de ello. Quizás habría ido con Wyatt. Quizás, para ese entonces, todavía habría estado con él por conformidad de no haber conocido a Jasper.

—¿Quieres que te espere? —negué.

—Creo que llegaré tarde. No como cuando salgo del trabajo, sino realmente tarde.

—Claro. No bebas mucho —sonreí, se escuchaba tan preocupado.

—Si eso pasara no me vendré andando ni en taxi —le di un beso en la mejilla—. No te preocupes por mí —lo miré—. ¿Tú estarás bien?

—Estaré mejor cuando te despidas bien de mí —miró el reloj en la mesita de noche—. Tenemos cuarenta minutos para eso —fue lo que dijo antes de besarme.

Sus manos fueron a dar a mi cadera y en un parpadear estaba a horcajadas sobre él.

No quería tener que irme con aquella sensación de que en realidad no lo estaba, pero ambos éramos conscientes de la interminable lista de cosas que conllevaba nuestra relación. Y yo estaba bien con ella, simplemente a veces, chocábamos contra un muro de realidad para no perder el rumbo. No era fácil, pero no había mucho que se pudiera hacer.

Lo que no nos dicen del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora