Capítulo 5

214 107 8
                                    

Viernes, 23 de enero de 2018

Habíamos amanecido juntos en la cama. Jasper estaba boca abajo, con un brazo sobre mi abdomen y su mano presionando mi cintura con sus dedos, como si no quisiera que me alejara un solo centímetro.

Escruté su rostro pálido y perfectamente esculpido y sonreí, mientras lo seguía haciendo. Lo había besado la noche anterior. Y ahora estábamos juntos, ¿Cómo podía ser? ¿Cómo iba a morderme la lengua para no gritarle al mundo que Jasper era mío? Yo lo sentía real, ¿Por qué simplemente no podía serlo?

Llevé mis nudillos al lado de su rostro que no estaba contra las sábanas. Tenía los labios rosados e hinchados. Las pestañas largas le acariciaban los pómulos y su cabello desordenado le cubría la frente, como de costumbre. Un pinchazo de impotencia me dio contra el pecho. ¿De dónde iba a sacar fuerzas para dejarlo? ¿Cómo, en el mundo, podía existir aquello tan cruel?

—Hola —su voz sonó amortiguada por la almohada. Yo me hice de costado para estar más cerca de él.

—No quise despertarte —murmuré—. Es muy temprano todavía.

—No importa —las yemas de sus dedos subieron hasta mi mejilla—. Así estoy un rato contigo antes de que te vayas al restaurante.

Suspiré.

—Desearía pasar más tiempo contigo. Aquí.

—Desearía pasar por ti después del trabajo, como un novio normal.

La voz, aunque somnolienta todavía, había sonado herida y frustrada. No tenía que culparse por ello, pero nada lo haría cambiar de parecer.

Yo moría de ganas por que la situación fuese distinta. Poder mostrarle al mundo que le quería sin problema y hacer cosas que la gente normalmente no valoraba; como llevarme al trabajo, pasar por mí de regreso, tomar mi mano en público, caminar en medio Williston. Pero sólo no podía ser y había que conformarse. Yo lo aceptaba así.

—Oye —me apoyé sobre uno de mis codos—. No tienes que hacerte esto.

—Sabes que tengo razón.

Estaba confundida ahora. ¿Razón? Para mí no la tenía.

—¿Por qué dices esas cosas? —interrogué— He aceptado quedarme contigo. Y es porque te quiero. ¿Qué ha cambiado de anoche a hoy?

Ni siquiera llevábamos veinticuatro horas juntos y ya todo parecía ir cuesta abajo, ¿Se estaba lamentando de lo que me había pedido entonces?

—Eres importante para mí, Jules —musitó, con voz realmente suave y quizás un poco cansada—. Eres probablemente la única persona que me interesa ahora o siquiera que me ha llegado a importar en realidad —se relamió los labios, buscando las palabras correctas—. Tengo miedo de, realmente, estar siendo un egoísta, porque lo último que quiero es apresarte, hacerte perder el tiempo de ese modo porque tienes razón. Cuando esto acabe, tendrás una vida por delante, una muy dolorosa. Y yo no estaré para consolarte —tenía las cejas ligeramente contraídas y una mirada de culpabilidad que yo misma quería desaparecer—. Quizás debí pensarlo mejor anoche.

Había sido un murmuro, casi como si lo hubiese pensado en voz alta por accidente. El pecho se me contrajo de sólo escucharlo.

—Fue mi decisión estar contigo, estar juntos. ¡Yo lo he decidido! —negué frustrada— Jasper, puedes lamentarte todo lo que quieras, pero yo seguiré aquí, contigo.

—¿Es eso lo que quieres, Jules? ¿Sufrir?

—¡Sí! —alcé la voz, decidida— Sí, Jasper, es exactamente lo que quiero porque no hay más opción que esa para estar contigo —le tomé el rostro con desespero—. Lo que suceda conmigo no importa ahora, ni siquiera cuando acabe.

Lo que no nos dicen del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora