Miércoles, 04 de abril de 2018
Había despertado temprano para hacer las compras de la semana, o al menos eso le habría dicho a Jasper, pero tan sólo había sido una excusa. Necesitaba estar a solas. Necesitaba pensar.
Toda esa situación me llevaba a cuestionarme qué sería de mí algún día. Me sentía tan débil y estaba segura de que nunca había necesitado tanto que mis padres estuvieran conmigo, para decirme qué hacer. No sabía cómo continuar y por supuesto no estaba lista para volver a estar sola. La idea me aterraba sobremanera y podía mirarme dentro de unos días, tan mal como cuando perdí a mis padres, tan mal como todas esas noches mientras me desahogaba en silencio. Todo era un desastre.
Entré a las tiendas para conseguir lo que necesitaba y caminé a casa, sin tener las más mínimas ganas de realmente regresar ahí. Amar a Jasper me estaba destruyendo terrible y dolorosamente y no iba a soportarlo más. No era tan fuerte.
Me hubiese gustado serlo un poco más.
Cerré la puerta de un empujón con la cadera y caminé a la cocina para llevar las cosas a la despensa, pero una vez hube entrado, me detuve. Jasper estaba ahí, mirando el suelo con los brazos cruzados sobre el pecho. Me pareció que estaba pensando, pero por su expresión supe que no era nada bueno. Cuando dejé las cosas sobre la mesa, decidió hablar, quitándome cualquier intento de romper el silencio.
—Tenía problemas con las drogas —me dijo, todavía sin mirarme—. Mi padre era buen tipo, de hecho, me apoyaba en todo —rió sin ganas— y yo sólo le causaba dolores de cabeza una y otra vez.
A pesar de que desde la primera palabra me había quedado paralizada, me di cuenta, al instante, de que me estaba contando la otra parte de la historia. Jasper se estaba abriendo conmigo y no había tenido que pedirlo aquella vez.
—No le gustaba mi adicción, no estaba de acuerdo con el camino que comencé a tomar, como cualquier padre lo haría. Pero ya era tarde. Se había vuelto mi pan de cada día —el rostro se le contrajo, como si contarlo le estuviese doliendo por dentro—. Varias veces me vi metido en peleas y una que otra vez volví a casa con un ojo morado o el labio roto. Ya a papá ni siquiera le sorprendía. La universidad dejó de importarme tiempo después, ya ni siquiera entraba a los salones o iba a la universidad en sí. Era un desastre... y me avergüenzo. No sabes cuánto me hubiese gustado ser un mejor hijo, un mejor estudiante —me miró unos segundos y agregó: — una mejor persona.
Guardó silencio unos momentos.
—Me sentía tan vacío, inestable y solo, que... —apretó los labios—, recuerdo que lloré muchas veces y en realidad no tenía un motivo porque tenía una buena vida, un padre que me lo daba todo, al menos materialmente. Yo me encargué de alejarnos. Recuerdo que hubo un momento en el que ya ni siquiera nos decíamos un "buenos días", por mi culpa, claro —esbozó una débil y falsa sonrisa—. Nunca tuve valor para admitir que lo que realmente necesitaba era ayuda, que estaba en un hoyo y me sentía deprimido, ni siquiera conmigo mismo, y me arrepiento tanto de no haberlo hecho —confesó—. Me desquité con muchas personas en el camino y... arruiné tantas cosas sólo porque estaba triste que... sólo quisiera arreglarlo, sólo eso.
Me clavé las uñas en la palma de la mano, aún de pie a pasos de Jasper. No agregué nada aún con la pausa que había hecho. Necesitaba escuchar todo lo que estaba dispuesto a contarme primero.
—Esa noche... —pasó saliva, estabilizándose—, esa noche discutí con mi padre porque encontró droga en mi habitación. Cocaína en el escritorio, para ser exactos —me dijo—. Cuando llegué no estaba en mis cinco sentidos, regresaba de una fiesta y dije tantas cosas que desearía haberme ahogado con ellas antes de habérselas dicho. Recuerdo que salí molesto, sin siquiera acabar la discusión y me subí al auto y conduje sin tener la menor idea de a dónde ir, no estaba consiente —me recordó—. Papá comenzó a llamar una y otra vez porque a pesar de la basura de hijo que le tocó, estaba muerto de preocupación por mí. Aún después de todo lo que hice, aún después lo que le dije en casa —la voz se le apagó—. Discutimos casi por cinco, diez minutos, quizás, y al colgar, fue cuando todo pasó.
Cuando hubo acabado, me quedé por varios segundos mirando el piso, sin parpadear, sólo pensando y procesando una y otra vez en todo lo que me había confesado en menos de cinco minutos. No estaba preparada para algo tan pesado.
—Fui una porquería con mi padre, Jules, y me di cuenta muy tarde —lo miré con pesar cuando sus ojos comenzaron a cristalizarse—. Deseo tanto, ahora, poder abrazarlo y pedirle perdón por todos los errores que cometí, por todas las cosas hirientes que dije y no poder hacerlo ahora, está matándome.
Me mordí el labio, tratando de no desmoronarme. La vulnerabilidad de Jasper era palpable. Podía tocarla con la yema de mis dedos, incluso. Estaba segura.
—No sé... qué decir —susurré—. Yo... lo lamento tanto, Jas.
—También lo lamento —apretó los labios—. Quiero solucionarlo, quiero... sólo... regresar y haber hecho las cosas bien. Decirle a mi padre todo lo bueno que debí decir.
—¡Aún puedes! —me acerqué lenta y urgidamente a él— Todavía puedes. Termina la carta, escribe todo lo que tengas que decirle, Jasper. Todo —le acaricié la mejilla—. Se la entregaremos, tú irás conmigo, lo haremos juntos, como todo.
Jasper sacudió la cabeza. —No es lo mismo.
—Lo sé —asentí—. Míralo como una segunda oportunidad. Una muy desafortunada segunda oportunidad, Jasper. Somos humanos y cometemos errores, muchos en realidad y es completamente normal equivocarse. Pero es totalmente comprensible, ahora, todo lo que pasó. No eras tú, ¡Este eres tú! Es este el verdadero Jasper —moví su mano, esa que envolvía los dedos de la mía para hacer énfasis—. Necesitabas ayuda, Jasper, estabas lidiando tú solo con todo ese dolor y nada de lo que pasó es culpa tuya, ni siquiera lo que dijiste —recalqué—. Todos hemos dicho cosas hirientes que realmente no sentimos, alguna vez. Nada de lo que dijiste aquella noche es cierto, lo sabes y sé que tu padre también.
Una lagrima le resbaló por la mejilla y sonreí con aflicción antes de limpiarla con mi pulgar.
—Tu padre te ama tanto, que estoy segura que nunca pudo llegar a enfadarse contigo ni un poco. Y cuando le entreguemos esa carta, porque lo haremos, vas a acabar por creerme.
Yo no conocía de nada a su padre, pero con las palabras de Jasper hablando sobre él, me había quedado claro que había sido un buen padre. Jasper me sonrió o al menos hizo el intento, antes de llevarse mi mano a los labios y besarme los nudillos.
—Terminaré la carta en estos días —asentí, sonriendo satisfecha, pero con un mal sabor de boca al instante.
—¿Qué pasará después?
No hacía falta decir el qué. Jasper me había comprendido completamente.
—No quiero estar para cuando me encuentren —me dijo—. Ese día, antes de que lo hagas, me iré. Lo he pensado desde hace tiempo —asentí devastada, comprendiéndole.
—Lo entiendo —dije, pero se me cortó la voz.
—Lo lamento —se disculpó, pero comencé a negar con la cabeza y lo abracé, desesperada por sentir su calor.
—No tienes que disculparte, está bien. Todo está bien —susurré—. Estaremos bien.
No sabía qué tan ciertas estaban siendo mis palabras, pero si de algo estaba segura, era de que algún día, quizás muy lejano, mis palabras acabarían por ser sinceras. Algún día, después de él, yo estaría bien.
* * * *
Estamos a sólo tres capítulos de terminar, ¡Tres! Incluyendo el epílogo.
Gracias por haber llegado siquiera hasta acá.♡
![](https://img.wattpad.com/cover/250034748-288-k313017.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Lo que no nos dicen del amor
ParanormalCamino a casa después del trabajo, una joven tropieza con un chico. Más tarde se dará cuenta de que nadie, excepto ella, puede verle.