La flor de loto reencarna

Capítulo 34: nostalgia

el sol se había posado nuevamente en lo más alto del día.
Aunque sabía que tenía responsabilidad con los pequeños caminos esta vez tuve que pedirles que siguieran sin mi. Tengo que hacer algo que podría dar fin a mi situación actual.

Belt por suerte no estaba con buen ánimo y se quedó en casa, aunque tampoco le dije donde iba a ir, era mejor que no se enterara.

Seguí el camino hacia la gran carpa imperial que se encontraba a las afueras de la zona de lobos, di mi nombre y los gatos que cuidaban la puerta me dejaron pasar.

Adentro de aquel lugar se encontraba un majestuoso hombre... si no fuera una niña físicamente me cohibiría pero no era momento de pensar en eso fuera impulso de idiotez. Me grité a mi misma y seguí avanzando.

Salude Amon cordialmente - buenas tardes líder de  la tribu de los felinos, le ofrezco mis saludos-

-Bueno a días señorita Violet la he estado esperando, por favor siéntese-

Me senté en la silla que había estado anteriormente preparada, en la mesa se encontraba muchas delicias dulces y un té con especial olor a flores.

-por favor sírvase algo mientras conversamos-Mire al hombre quien estaba frente mío, aquel belleza sonrió aunque su sonrisa no podría considerarla verdadera. Pero finalmente decidí no me puedo perder en su mirada ¡ir al grano violet!.

Tome un sorbo del té que estaba previamente servido y lo mire a los ojos nuevamente. -ayer por la eventualidad no pudimos terminar nuestra conversación sería amable de su parte contarme de nuevo lo de ayer-

-pequeña humana usted es muy curiosa pero en fin es a lo que viniste después de todo, sería imprudente que desviara el tema ¿no es así? Pero me temo que si le cuento esto podría afectar su relación con esos perros-

Note sus dobles intenciones pero aún así aunque tuviera este cuerpo de pequeña yo no soy de las que caen tan fácilmente, no hay forma de que no juegue bien mis cartas.

-le puedo prometer de lo que hablemos hoy no saldrá de mi boca mañana-

-¿estás segura de ello? Pequeña- aunque sus ojos trataban de buscar la verdad yo aún estaba decidida necesito saber.

-si estoy muy segura su señoría-

-muy bien- el hombre movió sus manos apoyándolos en la mesa y una pequeña sonrisa salió de sus labios. -hace unos meses atrás un informante de la tribu de los elfos vino a mi hogar, realmente fue peculiar ahora que lo pienso casi nunca salen de su pueblo después de todo por eso los atendí personalmente, te imaginas cual fue mi sorpresa al enterarme que buscaban a un humano, en especial una joven niña, ¿dime niña te interesa la historia?-

-si por favor- profese atenta.

-Bueno primero pensé ¿que haría que esos holgazanes de los elfos mandaran a un representante en busca de un humano? que ni siquiera sobreviviría a estas tierra después de todo, todo el mundo sabe los humanos están en desventaja, pero bueno después interrogarlo minuciosamente y sacarle todas las verdades...-

-¿espera lo torturaste?-

-¿no es lo que se hace? Ella quería respuesta y también yo jaja, pero no lo hice solo tuvimos una pequeña conversación y revelación de verdades digamos que nos beneficiamos mutuamente, sigamos me entere que la tribu de perros también había sido avisada pero curiosamente aún estás aquí eso me lleva a saber que no te dijeron nada, debes de extrañar a tu familia después de todo ¿no? Realmente la están pasando mal-