5. La cita

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Habían pasado 3 semanas desde que Mía le acepto las disculpas a Alan, y sorprendentemente le pidió su número.

Alan y Mía realmente eran muy buenos amigos, la chica le confesó un día mientras hablaban por chat, que ella siempre estuvo interesada en saber cómo era su personalidad, lo cual sorprendió mucho a Alan.

Esteban estaba teniendo los típicos ataques de celos de mejor amigo, pues la mayor parte del tiempo, Alan hablaba con Mía, tanto así que ya no iba a la biblioteca, algo realmente sorprendente. Pobre señor Roster, perdió a sus 2 únicos visitantes.

Alan y Mía habían acordado salir a un restaurante el viernes por la noche, es decir, hoy. Alan estaba nervioso, ambos sabían que eso más que una salida de amigos, era, una cita.

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- ¿Segura madre? - Alan volvía a preguntar por enésima vez los mismo.

-Sí Al, ya te lo dije, te ves muy bien- Su madre ya se notaba un poco irritada por la insistencia de su hijo.

-Está bien, me veo bien, y eso es lo que importa- Alan no puede evitar sonreírse a sí mismo frente al espejo.

-Cuídate, y recuerda que no hay que estar nervioso, y que te vaya bien con tu novia- La madre de Alan intenta animarlo.

-Gracias madre, y ya te dije que no es mi novia, es solo una buena amiga- Alan pone los ojos en blanco.

Alan sale de su casa y camina hacia el restaurante, quedaron en verse ahí.

Es realmente sorprendente los cambios en las últimas semanas. Alan conoce a mía, aunque no es buen encuentro; comete un error al decirle algo incidente, se la pasa más de un día planeando las disculpas, Mía las acepta, y ahora, esta camino a una cita con la chica. Wow.

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Sorprendente, solo eso puedo pensar Alan, Mía está entrando al restaurante luciendo un gran vestido amarillo, sus ojos verdes resaltan, y su cabello parece moverse en cámara lenta.

Alan muchas veces se ha cuestionado si Mía le parece solo una amiga linda, o la ve con otros ojos, él no sabe que pensar al respecto. El hecho de haber pasado a querer estar cerca de la chica por su pasado misterioso, a pensar que le puede gustar, y que no sabe nada de dicho pasado, es, sorprendente.

-Hola- Mía saluda con timidez.

-Hola, ¿Cómo estás? - Lamentablemente Alan luce muy nervioso, y el momento en que se pone de pie para preguntarle a la chica como se encuentra es vergonzoso, pues casi se cae por sus nervios.

-Oye, tranquilo- Mía nota los nervios de Alan y trata de calmarlo con una sola palabra.

-Ehm, si claro- Pues si creer que, con solo una palabra, Mía podría calmarlo era imposible, fue erróneo, lo calmo, wow.

-Respondiendo a tu pregunta, estoy bien, y no te preguntaré a ti ya que es obvio cómo te sientes- Mía suena un poco sarcástica.

-Oh, me alegro por ti. Oye, ¿tu padre ya llego de su viaje? Alan no aguanta la curiosidad.

-Ehm, no, mi madre ha estado actuando muy raro desde que mi padre salió de casa- A Mía no parece incomodarle la pregunta.

-Sí que ha sido un viaje largo, lleva aproximadamente un mes fuera ¿no? - Alan sigue con el tema.

-Así es, un mes, debe ser un viaje de negocios- Mía empieza a lucir incomoda.

-Oh, entiendo, por cierto, ¿Qué tal está Irene? Alan cambia de tema rápidamente.

-Ella está bien, gracias por preguntar, aunque ha estado molesta estos días conmigo porque la mayor parte del tiempo hablo contigo- Mía no puede evitar reírse por lo último.

-Esteban está igual, ellos se parecen- Por fin Alan se siente cómodo.

El resto de la cena es normal, hablan de temas como cuáles son sus libros favoritos, sus hobbies, etc.

En un momento de la cena, las miradas de ambos chicos se cruzaron, Alan cree que se sus mejillas se tornaron de rojo al instante, pero al menos no fue el único, ya que Mía se puso igual.

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-Entonces ya no piensas que soy un entrometido y esas cosas? - Alan pregunta mientras caminan hacia la casa de la chica. Ya que ella prefirió ir acompañada de Alan en vez de llamar a su madre.

-Déjame pensar- La chica parece burlarse. -Era una broma, amargado, y no, ya no pienso eso de ti, eres totalmente diferente al chico tonto del bosque- Mía es sincera.

-Tenía miedo de que pensarás diferente, realmente eres una chica, ehm, extraordinaria- Al decir eso, el chico siente que sus mejillas prenden fuego.

-Oh, muchas gracias- Mía se escucha algo nerviosa.

En ese momento se detienen y toman sus manos.

Alan mira a la chica como si fuera una obra de arte. La chica mira hacia otro lado, Alan piensa que es porque quiere evitar el contacto visual, pero se equivocaba.

-Alan, Alan- Mía claramente tiene miedo.

-Dime- Alan se acerca más a la chica, evidentemente no nota el miedo presente en la voz de la chica.

-Alan, Alan- La chica se empieza a exaltar. - ¡Alan! - La chica grita y lo empuja, haciendo que el chico vuelva a la realidad.

-Pero que- Alan no termina la oración y decide ver hacia donde mira la chica, y oh, correr, eso tienen que hacer.

Alan reacciona al instante y toma la mano derecha de la chica e inmediatamente empiezan a correr.

Mía solo sigue al chico incapaz de mirar hacia atrás.

Alan se asegura de no soltar a Mía, no sabe cómo no se dio cuenta, solo quedaba correr sin detenerse.

Ambos paran luego de correr unos minutos, sus respiraciones son aceleradas. Alan se da la vuelta y, mierda, sigue ahí, como una puta estatua, quien carajo es esa persona.

Esa persona permanece en el lugar en que ellos estaban antes, no pueden identificarle.

Las manos de ambos chicos se aprietan con fuerza, temen por lo que pueda pasar, la persona rara empieza a caminar hacia adelante, Alan y Mía están congelados, ninguno se mueve, solo aprietan sus manos.

Sus corazones podrían salirse de sus pechos si siguen latiendo tan fuerte, la persona se está acercando, su miedo los paraliza.

Alan mira a Mía y la expresión de la chica demuestra miedo, pero parece que no es la primera vez que la chica ve a la persona, Alan puede notarlo.

La distancia entre ellos y dicha persona iba disminuyendo, Alan empezó a moverse hacia atrás lentamente y entonces, sucedió.

La historia de Alan ValverdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora