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Harry no pudo reprimir una sonrisa sardónica que desconcertó al juez. Dumbledore guardó silencio, decidido a presenciar el momento tan solo como espectador. Ya había dicho todo lo que tenía qué decir.

—Unos padres... Nunca supe lo que esa palabra significaba, a pesar de haber crecido dentro de... una familia como usted mismo mencionó, señor Juez. Jamás me sentí parte de ella. No me sentí en familia.

—Pero ¿y eso por qué?

—Porque mi primo y yo no recibimos el mismo tratamiento. Él es un Dursley, el hijo auténtico. Yo en cambio siempre he sido visto como una carga indeseable. Un bastardo en la familia.

El juez se mostró todavía más desconcertado con el testimonio del muchacho.

—Eso no fue lo que afirmó tu tía Petunia.

—No sé por qué ella pretende quedarse conmigo si jamás me ha querido en su casa. Nunca me quiso como su sobrino.

—Yo me hago la misma pregunta –confesó el juez – Las únicas razones por las cuales ella podría querer quedarse con tu custodia son que exista una herencia de por medio de la cual ella o su marido quieran hacerse cargo en tu nombre o porque realmente te aprecia. Ahora pregunto... ¿Tus padres dejaron alguna herencia?

Harry no sabía qué responder porque no estaba seguro de si su respuesta lo perjudicaría o por el contrario lo favorecería, así que Dumbledore intervino.

—En efecto, dejaron una pequeña fortuna de la cual yo soy albacea.

—¿Tiene como probar lo que dice, señor director?

—No ahora mismo pero después podré enviar alguna prueba con el abogado de la señorita Ashley

El juez asintió.

—Juro que no miento, señor juez. Nunca me he llevado bien con ninguno de los Dursley. Jamás me han tratado como a un hijo y puede comprobarlo tan solo con ir a su casa. Se dará cuenta de que ellos no poseen ninguna fotografía mía.

—El visitador social se dio cuenta de ese detalle pero la señora Dursley alegó que todos los retratos se destruyeron en una hoguera que tú mismo provocaste en una rabieta. Dice que tú siempre has sido un joven problemático e incluso un tanto desequilibrado.

—¿Para qué quemaría yo mis propios retratos? –preguntó Harry indignado – Señor juez. Yo ni siquiera sabía cómo eran mis padres porque los Dursley nunca quisieron enseñarme una fotografía suya. De no haber sido por el profesor Dumbledore jamás lo habría sabido.

Hubo un breve silencio en el cuál el juez parecía meditabundo.

—Mi mamá Ashley en tan poco tiempo me ha enseñado lo que es una madre. Va a verme cada vez que se presenta la oportunidad. Es una mujer altruista que trabaja por la salud de los otros incansablemente y aun así siempre tiene tiempo para mí. Le gusta escucharme, me entiende y siempre está para mí.

—Tengo entendido que la señorita Ashley no es pariente suyo. ¿No crees que tal vez te hayas dejado llevar un poco por la emoción de ver el parecido con esa madre que nunca tuviste?

—No existiría una razón para que quisiera salir de casa de los Dursley sino es porque jamás me sentí cómodo en ese lugar –respondió Harry con desesperación pero la mano de Dumbledore en su hombro logró serenarlo de nuevo – Me obligaban a preparar el desayuno mientras mi primo dormía hasta tarde, usé su ropa vieja porque tío Vernon y tía Petunia siempre opinaron que no valía la pena invertir una sola libra en mí si podían evitarlo, dormí en la alacena debajo de la escalera por varios años. ¡Sí! En la alacena debajo de la escalera y no era nada cómodo como comprenderá. Tampoco les gustaba sacarme de viaje así que mientras ellos pasaban las vacaciones en algún otro lugar del país yo jamás salí de Surrey. Tenía que permanecer en casa de la la vecina hasta que ellos volvieran.

Destinados al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora