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ADVERTENCIA ‼️‼️

Este capítulo contiene una escena que puede ser triggering para algunes, así que les pido que lo lean con cuidado.

Ahora

Una vez en mi habitación, Taeyong habla con la enfermera. No logro escuchar su conversación porque estoy enfrascado en mis pensamientos. Las lágrimas se encuentran listas para ser derramadas en cualquier momento, pero me niego a llorar ahora; necesito mi espacio para hacerlo. Además, dentro de mi pecho hay un sentimiento de furia que no puedo explicar.

Minutos más tarde mi entrenador entra para decirme que necesito darme un baño, así que lleva mi silla de ruedas en dirección a la puerta que lleva a hasta este. Al entrar, soy recibido por un olor mentolado que congela por un momento mis fosas nasales. Escruto de arriba hacia abajo el cuadrado cubierto de lozas azuladas, y mis ojos se topa con mi reflejo.

No me sorprendo cuando conecto la miradas con Taeyong. Sé que este me intenta consolar, pero ya es muy tarde para detenerme.

Tengo la piel más pálida de lo normal y grandes bolsas cuelgan por debajo de mis ojos castaños. Los analizo detenidamente para enterarme de que no hay emoción alguna en ellos; son solo dos piscinas vacías. Hay cortes y moratones salpicados por todas partes, lo que me recuerda a esos típicos cadáveres de las películas de terror que solía ver con Joy cuando nuestros padres salían de noche.

El Jaemin que conocía no está. Frente a mi se encuentra una persona totalmente distinta a la cual quiero golpear. Siento una sensación de asco que asciende por mi esófago y amenaza con salir; la rabia que siento por dentro deja ardor tras su paso y se mezcla con la repulsión que siento ante mi reflejo. ¿Qué he hecho?

La enfermera dice algo y sale junto a Taeyong.

Este me dice que volverán enseguida al cerrar la puerta.

Mis ojos se encuentran con una navaja que está sobre el lavabo. Dudo un momento sobre lo que mi mente está pensando, pero no soy capaz de controlarme y es ahí cuando empujo con mi tronco hacia delante. Caigo con un golpe sordo y mi cuerpo protesta al instante. Comienzo a arrastrarme por el suelo, con toda la fuerza que tengo y hago un esfuerzo por seguir reprimiendo las lágrimas en mis ojos. El mundo me da vueltas como un torbellino.

Llego al borde del lavabo y alzo la mano, intentando apoyar todo mi peso en la otra. Gimo de dolor cuando mi extremidad se extiende hasta arriba e intenta buscar la navaja a tientas. El peso es demasiado pero en cuestión de segundos mis dedos temblorosos topa con el frío del objeto. Lo arrastro hasta que cae el suelo y yo hago lo mismo.

Respiro pesadamente.

Tomo la navaja entre mis dedos y de nuevo me arrastro para apoyarme contra la pared. Siento el frío de las baldosas morder con fuerza mi piel, al mismo tiempo la sensación caliente de las lágrimas deslizarse por mis mejillas.

Pienso en el daño que le hice a mi familia por culpa de mi egocentrismo; pienso también en lo injusta que es la vida por haberme arrebato a mis padres, por hacer a Joy pagar por mis errores. Me rompo al pensar en que mis piernas no tienen un futuro y que sin ellos y el baile, no soy nadie. No puedo pretender ser fuerte cuando la ola ya arrasó mi mundo; me estoy ahogando en los embates de esta tempestad y no hay ningún salvavidas del cual me pueda aferrar.

Levanto un poco la bata y trazo el primer corte. No siento el dolor, por supuesto. Pero cuando veo la sangre manar, hago otro y luego otro, hasta que tengo las manos embadurnadas en el espeso líquido carmesí. Las lágrimas no dejan de caer por mis mejillas y la respiración se hizo tan pesada, que parece como si el aire hubiese escaseado. Lloro con fuerza y cuando me doy cuenta, escucho voces.

The Anatomy of Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora