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Entonces

En mi cabeza había armado todo un plan y estaba hecho a trazos perfectos que definían un gran futuro. Durante tantos años había puesto la dedicación en que cada pequeña parte de este, estuviera lo más estructura posible; así con la intención de que nada ni nadie llegara a destruir las bases donde se asentaba ese castillo de fantasía. El único gran problema se trataba de que la vida tiene sus formas de hacerte aprender y no es hasta que toques fondo, donde te das cuenta que has hecho algo malo.

Mi padre siempre me decía que no debía construir castillos en el aire, porque de alguna u otra forma, se vendría abajo en cualquier momento. Más allá de ser un plan estructurado, estaba moviendo los hilos de la vida a mi parecer y era allí donde no tenía porqué meterme.

Esa noche no salí de mi habitación, ni tampoco la siguiente. Me quedé estático durante horas, como si el mundo se hubiese paralizado conmigo. Recibí mensajes y llamadas de mis padres, de Taeyong e incluso de Mark. Pero no me atrevía a levantar la mano para si quiera leerlos o deslizar mis dedos para colgarles. No tenía fuerza alguna porque de una o otra manera, sentía como si me hubiesen arrebatado la vida entera.

Cuando mi estómago no fue capaz de resistir más el hambre y mis músculos se estaban sintiendo débiles, me deslicé fuera de la habitación. Supuse que no habría nadie dentro de la casa, porque era lunes y eran ya pasadas las ocho de la mañana, por lo que todos deberían de estar en sus respectivos trabajos o en caso de Joy, en la escuela.

Sin embargo, cuando giré el pomo de mi puerta, no esperé encontrarme con mi padre sentado en el umbral de esta con una taza de café en sus labios. Sus ojos viajaron hasta los míos y estuvieron allí por lo que pareció una eternidad. En su rostro había muchas emociones escritas, pero la mayor sorpresa que tuve fue al darme cuenta que no había decepción en él.

Una sonrisa se dibujó en sus labios e hizo un gesto para que me sentara a su lado.

Me sentía algo desorientado, pero de igual forma mi cuerpo obedeció.

-Sabía que ibas a salir tarde o temprano. Tienes hambre, ¿verdad?

No lo miré a los ojos, pero al escuchar su pregunta solo asentí con la cabeza.

-Mm, por qué no te das una ducha mientras te preparo algo.

Este se levantó rápidamente y antes de salir caminando por el pasillo, colocó un beso en mi frente.

Me quedé en el suelo por unos segundos, intentando analizar todo lo que había pasado. En cuestión de dos minutos tal vez, mi padre me había tratado como si nada hubiese pasado y se mostraba tierno conmigo. De tener más fría la cabeza, de seguro ese tipo de gestos no me extrañarían porque mi padre no era tan rencoroso y mucho menos orgulloso como mi madre; si él se sentía resentido con alguien, se lo decía y tenía una forma muy particular para estar molesto sin hacer sentir mal a los demás.

Como un robot me moví hasta la habitación, donde tomé mis cosas para después ir al baño donde me di la ducha más rápida de mi vida. El agua caliente fue de gran ayuda para aliviar la tensión muscular que se llevaba acumulando. Una vez terminado, me vestí para después ir a la cocina donde mi madre me esperaba con el desayuno listo.

Hizo un gesto para que tomara asiento frente a este en la mesa. Miré los platos que estaban servidos, donde el humo serpenteaba hasta desaparecer en el aire. El olor tan delicioso acarició mis fosas nasales y mentiría si dijera que mi estómago no estuviese desesperado por comer algo.

Llevé un poco de arroz a mi boca con los palillos y cuando hizo contacto con mi lengua, sentí un gran alivio de poner comer algo. Cuando mi di cuenta, había devorado sin piedad la comida que mi padre había servido frente a mi, mientras este solo bebía de su taza de café sin apartar los ojos de mi.

The Anatomy of Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora