<<Si supieras la verdad de lo que pasó hace 100 años, ¿Dirías lo mismo?>>
Cuenta la historia de Rose Mary Garden, una doctora Genovesa que viaja a Marley para buscar la llave que termine con este ciclo de tortura sin importar a quienes...
Caminé hasta Rose, viendo que estaba junto a Braun y Zeke en el otro lado del salón. Cuando llegué, la tomé por los hombros para asustarla.
-"Te busca el General. Él y Willy quieren presentarte a los altos mandos."- la princesa se sobresaltó, haciendo que desvíe un poco la cabeza para echarle una sonrisa sin dientes a los dos soldados que la acompañaban.
-"Diles que ahora voy, estoy un poco ocupada."- contestó ella, sonriendo dulcemente hacia su compañía.
-"No, ve ahora porque él está insoportable."- le respondí, mientras que en mi mente retumbaban las voces de la velada -"Me voy de aquí, tanta gente me genera ansiedad. ¿Alguno tiene fuego?"- les pregunté sin más preámbulo.
Me dirigí hacia ellos nuevamente, y vi que Braun seguía petrificado al verme. Por ende, miré a Zeke para ver si me daba una respuesta y, después de una mirada que pareció eterna, sacó un encendedor de su traje gris hasta alcanzármelo.
-"Gracias, te veo luego."-
-"De acuerdo"- contestó, una vez que mi marchar estuviera respondiéndole a lo lejos y dejándole creer que mi indirecta había sido para ella.
(...)
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(...)
Recorrí los pasillos del hotel hasta encontrar un rincón lo suficientemente escondido y alejado como para que nadie me encontrara.
<<Mejor dicho, casi nadie>>
De un lado, había una puerta de madera que parecía dar a un cuarto o armario de limpieza. A los pocos metros, el corredor finalizaba con unas puertas vidriadas que daban a un balcón con vista al puerto.
<<Era perfecto>>
Salí y prendí mi cigarro para terminar apoyándome en el barandal. Después de unas pitadas, sin darme cuenta, me encontré jugando con el prendedor que me había regalado Rose.
<<Vaya mocosa, sí que me conocía>>
La noche era hermosa; había una luna llena que reflejaba sobre el mar y parecía pintar el lugar, iluminándolo con un tono azulado. Mientras, las calles estaban desoladas sin luceros capaces de opacar las constelaciones que brillaban de la oscuridad.
Aunque tal silencio no fue suficiente como para relajarme ya que ese vacío interminable comenzaba a recordarme cosas que todavía no estaba lista para afrontar.
Para ese entonces, ya me había terminado el tercer cigarro. Cuando lo estaba pisando, escuché que alguien cerraba las puertas que daban al balcón.
-"Te tardaste"- le contesté sin siquiera tener que levantar la mirada.
