Malía
La brisa invernal choca contra mis hombros descubiertos, no hago el amago de cubrirme, esa sensación escalofriante es gratificante.
Es como si de pronto volviera a estar viva.
Irónico, porque estoy más viva que nunca y me siento absolutamente petrificada en el tiempo.
Estoy estancada en una jaula de oro, que resplandece ante cualquier vista, incluso también caí con su belleza.
¿Quién no querría vivir en un palacio?
Es ilógico y estúpido.
Pero, hoy me considero ilógica y estúpida.
—Si te ven comiendo ese conejo se darán cuenta que fuiste a las montañas—le acaricio el lomo a Liar—Se supone que irías mañana—la regaño acurrucándome a su lado.
Su pelaje es tan blanco que se pierde con la nieve bajo mis piernas.
Ya no siento mis extremidades, sin embargo no podría importarme menos.
Mi loba asiente y se traga el último bocado de su presa.
—¿Qué haremos hoy?—hablo en voz alta—Como si pudiese decidir—una pequeña risa sarcástica brota por mi garganta.
Decisiones.
Ya quedó más que comprobado que no se me dan bien y eso a Oriente le parece suficiente para quitarme mi libertad individual.
Ojalá a ellos los tuviesen cautivos, son monstruos sin corazón.
—Lady Malía II—frunzo el ceño al escuchar que me llaman—Debe volver a sus tareas, la Vieja Ana la está buscando—Inna aparece con su usual traje de sirvienta que aborrezco.
Le doy unas palmadas a Liar para que se levante y me siga.
—Inna, ya van seis meses en que me llamas así y no lo puedo odiar más—la reprocho cuando he llegado a su lado.
Hay una sola cosa que no permití que me quitaran.
Nadie fue capaz de separarme de Liar, es mi mayor confidente y eso implica que su complejo de caballo sea normal dentro del castillo.
—Lady, usted sabe que no podemos nombrarla sin su debido honorífico...son reglas—se disculpa con una reverencia.
No me molesto en contestar.
Reglas, es de lo único que si he sabido hasta el cansancio.
Jamás pensé que hasta para dormir hubiesen normas.Y peor aún, nunca creí que tendría que seguirlas.
Esas "reglas" que yo llamo "castigos" han logrado que me alejara de la poca gente que tenía cerca, ni siquiera en Occidente me sentía tan sola.
A la mala tuve que aprender que no podía conversar con Ulem, Mirt, Amura e Inna.
No por lo menos como lo hacíamos en los Campamentos.Aquí aprendí que el poder que les daban allá era solo con la condición de que fuese fuera de Oriente y durante la Competencia Anual de Engendros. Ahora solo tienen el poder que se les da a los Guardias y Sirvientas Reales respectivamente.
Todo eso significa que mi relación ultra personal se acabó el día que toqué tierra Oriental.
Las primeras semanas luché contra la marea con todas mis fuerzas, pero con cada acto de irresponsabilidad había una consecuencia que yo no pagaba sino aquellos a los que involucré. Sin mencionar que el amor de la gente del Agua por mi es prácticamente nulo, por lo tanto, mis pocas apariciones fueron un desplume de mi persona.
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ZONA DE FALLAS: Dioses
Science Fiction*Tercera parte de ZONA DE FALLAS: Engendros* Ya no hay secretos, todo el mundo sabe quién es la Falla del Agua y cuál es su verdadera naturaleza. Se ha ganado el perdón del Reino del Agua al salvar a su Dios, pero los demás Reinos no están convenci...