Con el tiempo, Dean se acostumbró a vivir en el cuartel con Rash, y el resto de los soldados. El cuartel era un ambiente hostil, y nadie se quería realmente. Pero no pasaba mucho tiempo con los demás. El general lo llevaba diariamente a luchar. A ganar batallas. Guerras, luchas, peleas, y en cualquier tipo de circunstancia donde Rash se viera beneficiado con ganar. Y a cambio le daban techo y comida.
Rash le había comprado nuevos lentes, unos con marco negro, y bastante resistentes, habían resistido varias caídas, pero no por cariño, como los regalos que le hacían sus padres, sino porque era práctico que Dean tuviera buena vista en la batalla.
Fue ahí cuando Dean descubrió que luchar y la guerra eran lo suyo, para eso había nacido y tenía que ser el mejor en eso, o eso era lo que siempre le decía Rash.
A su pueblo natal, jamás volvió. Nunca supo cómo hacerlo, el cuartel de Rash quedaba muy lejos de allí. Además, lo había convencido de que no valía la pena volver, ¿para qué? ¿Para encontrar a todos sus seres queridos muertos? Además, si quedaba uno vivo, Rash estaba seguro de que nadie lo recordaría, de modo que Dean debía hacer lo mismo y olvidarlos a todos para concentrarse únicamente en lo que importaba: el combate.
Dean se había vuelto muy sombrío. Ya no quedaba nada del tierno niño de antes. Ahora tenía 14 años, y en esos siete años que llevaba viviendo con Rash había mejorado y aprendido bastante.
Si algún compañero caía, debía dejarlo y continuar, no valía la pena arriesgar su vida, los otros soldados no eran tan valiosos como él. Debía concentrarse únicamente en asesinar la mayor cantidad posible de enemigos. Y que jamás perder la batalla fuera una opción, o no tendría comida por tres días.
Pero más allá de las restricciones y obligaciones, pelear le gustaba, y sentía que así llenaba el vacío que había quedado en él.
Ya podía invocar 10 clones suyos con absoluto control, gracias a que Rash había experimentado con él, y había logrado programar a sus clones para que sólo fueran a la batalla, así Dean no tenía que concentrarse en controlarlos a todos ellos. Simplemente los invocaba y ellos ya sabían lo que debían hacer.
Cada uno de los clones, incluyéndolo a él, copiaba los poderes de todos a su alrededor, y Rash estaba buscando la forma de aumentar ese rango, pero todavía no daba con la formula correcta.
Pronto, Dean se convirtió en un arma muy poderosa, con la que el ejército de Rash contaba y por lo que otros bandos se retiraban antes de tener que luchar contra ellos. Varios, hasta intentaron comprarle a Dean, pero Rash siempre respondía que el muchacho no estaba a la venta, y es que no era un objeto, pero así parecía. Había dejado de parecer humano hacía mucho tiempo. Ahora sólo se preocupaba por matar, cada vez más eficazmente.
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Dean
Action"Eres un arma. Y las armas no toman decisiones" -General Rash. La vida de Dean comienza en paz en el pueblo de Araucis, pero esta tranquilidad se interrumpirá rápidamente: su vida cambiará de forma muy drástica con el desarrollo de sus increíbles ha...