Capítulo 1

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Cerca de la frontera entre el territorio Villano y el territorio Seyren se encontraba un pequeño pueblo: los Araucis. Era un pueblo de valientes guerreros que jamás habían cedido a las peticiones de unirse a la Federación Seyren, y habían resistido cada una de las batallas de conquistas de los Villanos. Sus gobernantes argumentan que Araucis tenía demasiado honor y orgullo nacional como para perder su identidad y convertirse en un estado seyren, y también tenía suficiente fuerza militar como para resistir las invasiones villanas.

Allí, una pareja había podido por fin adoptar un niño. No podían tener hijos, lo cual se había convertido en el más grande sueño para ambos. Ellos no poseían poderes, y deseaban tener un hijo que fuera como ellos. Sabían, que por tratarse de un territorio tan conflictivo, las personas que nacían con poderes no tardaban en ser enlistadas en el ejército para combatir tanto a villanos como a seyrens.

Por suerte, después de tanto esperar, apareció la oportunidad de adoptar. El centro de adopción había recibido un pequeño aparentemente sin poderes, alguien lo había abandonado en la puerta. Tendría apenas un año y no sabía más que unas pocas palabras, por lo que nunca nadie supo de donde venía.

A sus nuevos padres poco les importaba su origen, de ahora en adelante sería su amado hijo. Lo llamaron Dean. Tenía el pelo negro y los ojos azules como un lago cristalino que expresaban inocencia. Al poco tiempo, notaron que el pequeño no veía muy bien, por lo que tuvo que empezar a usar anteojos. Eso fue un cambio en la manera de ver el mundo de Dean, que ahora podía ver todo más claramente y sus risas y juegos se incrementaron.

Siempre estaba alegre, y se esforzaba por hacer sonreír a sus padres, lo cual lograba la mayoría del tiempo. Él y sus padres adoptivos se amaban incondicionalmente y habían logrado un lazo de amor muy fuerte, Dean no tenía nada que envidiarle a los otros niños.

Cuando cumplió los tres años, Dean parecía tener un amigo imaginario que aparecía cuando él lo deseaba, hasta que luego se fue haciendo visible para el resto del pueblo, y todos notaron que no era más que un clon del pequeño Dean, pero sólo se hacía ver cuando había alguien más cerca de él. Con el tiempo, Dean aprendió a tener más de un clon al mismo tiempo. Sus padres, aunque un poco preocupados, estaban orgullosos de los nuevos poderes de su hijo. Poder invocar algunos clones no estaba nada mal y no parecían ser poderes demasiado ofensivos como para llamar la atención de los generales del ejército de los araucis. Por tratarse de dos familias que jamás habían tenido poderes en su genética, tener a Dean era una bendición.

Un día, Dean jugaba afuera con sus juguetes, cuando sintió una presencia. Él ya había descubierto de sí mismo que le era muy fácil saber si alguien se acercaba, pero sólo si esa persona tenía poderes, como si pudiera sentirlos. Miró en todas direcciones y su mirada se encontró con la de una niña que lo miraba traviesa. La pequeña tenía el pelo marrón lacio muy largo y los ojos color miel. Dean le sonrió, pero en cuanto ella le devolvió la sonrisa, desapareció.

Dean se quedó mirando en esa dirección sin entender muy bien lo que había pasado, se quitó los lentes, se restregó los ojos, limpió cada uno de sus lentes con su ropa y se los volvió a poner. Pero nada, la niña había desaparecido ante sus ojos. Y es que Diana, como se llamaba la niña, tenía el poder de camuflarse, y le encantaba jugar con eso. Y para sorpresa de ella, Dean también se camufló, ahora era ella la sorprendida, que se acercó hasta donde estaba el niño, apareció allí y esperó.

Dean también se volvió visible al instante y le sonrió.

—Yo también puedo hacerlo —le dijo sorprendido

—Genial —exclamó ella— me viene bien un compañero de juegos, estoy muy sola.

—¿Muy sola? Yo nunca estoy solo —le sonrió él y creó un clon suyo, que para sorpresa de ambos, ya no se parecía sólo a Dean, sino que tenía los rasgos mezclados con los de Diana—. Wow, está raro hoy —se sorprendió Dean.

—¿Él también puede camuflarse? —le preguntó ella divertida, Dean se encogió de hombros, pero al cabo de un rato, los tres estaban camuflados. A Dean le costaba un poco manejar a su clon y controlarse a sí mismo a la vez, pero las cosas que lograron hacer entre los tres, los mantuvieron amigos inseparables por mucho tiempo. Y luego, cuando Dean logró controlar más de un clon, las posibilidades se expandían, sus travesuras se multiplicaban.

Por alguna razón Dean sólo podía camuflarse cuando estaba cerca de Diana, si ella se alejaba un poco, ya perdía sus poderes, y si un clon se alejaba, también sufría lo mismo, y todos lo veían.

Desde entonces, los dos chicos estaban juntos desde que se levantaban hasta que se iban a dormir, jugaban, reían y gastaban bromas a la gente, era raro verlos separados.

DeanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora