Capítulo 7

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El ejército de Diana festejó en cuanto el enemigo emprendió la retirada. Dean y su amiga se hicieron visibles.

—Vení —lo tomó de la mano ella— Mi papá se va a poner muy contento de verte —y lo guió por entre todas esas caras impregnadas de la alegría de la victoria, aunque con dolor en sus miradas, acababan de perder a varios compañeros en esa batalla.

—¡Papá! —le gritó Diana y corrió a su encuentro.

—¡Hija! —exclamó el hombre y ambos se abrazaron en un caluroso reencuentro. Dean los observó a una cierta distancia, hacía mucho que no veía a la gente abrazarse con tanta ternura, en el cuartel nadie se quería realmente, y por un segundo, se sintió un extraño.

—Mirá a quien encontré —le dijo después Diana, haciéndole señas a Dean para que se acercara, y él obedeció, pero con timidez.

—¿Dean? —preguntó el padre— ¡Dios mío, estás vivo!— y le dio un abrazo. Los brazos de Dean quedaron a los costados de su cuerpo por unos momentos, pero luego los acercó con cuidado a la espalda del hombre.

—¡Pensamos que habías muerto! —le contó— ¡Qué alegría! Diana lloró mucho tiempo por tu muerte. Es increíble, ¿cómo es que estás vivo?

—Es una larga historia —le sonrió Diana.

El padre de Diana lo invitó a tomar algo que sacó de su carpa, un té de hierbas, y le insistió para que se quedara con ellos, haciendo alusión, todo el tiempo, a lo grande que estaba y lo mucho que había crecido.

Dean pudo sentirse en casa de nuevo. Era agradable, ya se había olvidado de lo que era una familia. Viejos recuerdos venían a su mente, y por un momento se sintió niño de nuevo. Los miró a los dos, que no paraban de reír y contar anécdotas, y les sonrió, una mueca que hacía mucho tiempo había dejado de usar.

—Podés dormir en una carpa cerca de la de Diana —le dijo el señor Len, que era el nombre del padre de Diana. Dean se sorprendió por la confianza, lo trataba como si fuera un niño, pero él ya no era un niño, él era un asesino ahora, seguro había matado más personas que el señor Len en toda su vida de militar. Pero no dijo nada, le gustaba volver a sentirse niño, un niño querido y protegido.

Diana se fue a dormir pensando en todo lo que podía hacer con su amigo al día siguiente. Era una felicidad inexplicable, era como si hubiera regresado de los muertos. Finalmente se durmió con una sonrisa en el rostro y soñó con varios recuerdos que tenía sobre ella y Dean pequeños, jugando y riendo.

DeanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora