NamJoon condujo lentamente por la serpenteante carretera llena de baches que llevaba al bosque nacional. Había escogido el lugar más oscuro en el que había podido pensar, aunque eso no garantizaba que no se encontrasen campistas buscando lugares remotos donde montar las tiendas.
Todos los instintos le decían que era una mala idea. No solo una mala idea, sino un riesgo estúpido que Raina no tendría por qué tomar. Pero no podía dejar que se marcharse sola sin ningún tipo de protección.
La miró, e incluso en la oscuridad, podía ver sus nervios por la anticipación. Estaba tensa, casi salvaje, y sabía que ella pendía de un hilo.
—Ya no queda muy lejos —dijo mientras vadeaban un pequeño riachuelo y doblaban una curva cerrada.
La carretera se había estrechado considerablemente, no llegarían mucho más lejos con la camioneta, tracción a cuatro ruedas o no.
Ella no le contestó, pero mantuvo la mirada fija hacia delante, como si esperase la oportunidad de salir disparada de la camioneta. Cuando finalmente paró, ella agarró el picaporte, y por fin lo miro.
—Raina, ¿cuánto de ti misma conservas cuando... um... cambias?
Ella levantó la cabeza con confusión.
—No estoy segura de comprenderte.
—Un animal salvaje tiene instintos. Ahora serás libre.
—Oh. Quieres saber si correré y seguiré corriendo.
Él asintió despacio.
—Supongo que te estoy preguntando si volverás.
Ella lo observó, con la mirada fija.
—Volveré, NamJoon.
—De acuerdo. —Se encogió de hombros por el alivio, y abrió la puerta—. Entonces terminemos con esto.
Salieron y caminaron hasta la parte delantera de la camioneta. Para su sorpresa, ella se quitó las botas y los calcetines, entonces se quitó los pantalones que le acababa de comprar. Se los tendió mientras con la otra mano empezaba a desabrochar titubeante los botones de la camisa.
Él tomó todo de ella, y al minuto siguiente estaba parada delante suyo, desnuda, con la luz de la luna bañando su pálida piel.
—No quiero arruinarlos —le explicó con una sonrisa—. Además, necesitaré algo que ponerme cuando vuelva a cambiar.
—Se te va a congelar hasta el culo —refunfuñó.
Miró con una mezcla de horror y fascinación cuando un estremecimiento le recorrió todo el cuerpo. Ella cayó de rodillas y apoyó las manos en el suelo mientras arqueaba la espalda. Un pelaje leonado se insinuó por su piel. Manchas negras brillaban ante sus ojos. Los dedos, que excavaban el suelo y la roca, se convirtieron en patas, y las piernas se doblaron hacia arriba mientras se levantaba sobre las cuatro patas. El largo pelo dorado se deslizó arriba hacia el cuero cabelludo, desapareciendo y cayendo suavemente sobre la nuca en una desaliñada melena. Cuando volvió la cabeza hacia él se encontró mirando fijamente los dorados ojos de un guepardo.
Ella continuó contemplándolo durante un largo momento, y entonces simplemente se alejo corriendo, desapareciendo en las inmediaciones del bosque.
Las patas golpeaban la tierra, y su corazón se regocijaba por la libertad. Se mantuvo entre las sombras, saltando sobre las rocas y manteniéndose bajo la cubierta de árboles.
Estaba completa.
El poder latía bajo sus venas. Era el guardián, instruida para mantener su humanidad a salvo. Con cada brinco, con cada empujón hacia adelante, podía sentir cómo la fuerza regresaba. Solo transformarse en humana había rejuvenecido al guepardo, y cambiar a guepardo estaba curando su parte humana. Dos mitades que se ensamblaban en un todo.

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Savage
Fiksi Penggemar𝐊𝐍𝐉| ❝ 𝙷𝚒𝚙𝚗𝚘𝚝𝚒𝚣𝚊𝚍𝚘 𝚙𝚘𝚛 𝚜𝚞 𝚋𝚎𝚕𝚕𝚎𝚣𝚊, 𝚌𝚊í 𝚎𝚗𝚝𝚛𝚎 𝚎𝚜𝚘𝚜 𝚖𝚊𝚐𝚗í𝚏𝚒𝚌𝚘𝚜 𝚘𝚓𝚘𝚜 𝚍𝚘𝚛𝚊𝚍𝚘𝚜 ❞ Cuando el sheriff Kim NamJoon encuentra una hembra de guepardo herida en sus montañas, la lleva a su casa, determin...