CAPÍTULO 5

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Ante sus ojos estaba la más asquerosa mirada para uno de los Dioses más grandes de la faz del Olimpo. Ante los ojos de Zeus quien había llegado, que dos de sus sobrinos estuviesen casi a punto de besarse mientras sonreían, era como recordar que había sido su culpa que su hija se metiera con su hermano.

Pero no podía negar que él tenía la culpa de que ambos tuvieran la misma suerte, porque él era peor que ellos. El sólo pensar que había querido meterse con su propio sobrino era como una mancha en su historial que no podía borrar.

Aún así, y mientras él se preocupaba porque la noticia no llegase a los oídos de Hera, por otro lado se encontraba en batalla el padre del menor, el mismo que al oír algunas voces desde lejos llamarlo por mas sed de sangre, dejara que en un segundo, Eros, el dios del amor, viendo a ambos chicos muy juntos pensara en una manera en debilitar aquella misma sed de sangre en el hijo de éste, una forma en que no llegue a cumplir la profesia que estaba echa para el día en que cumpla dieciocho años.

Pero, ¿qué podría hacer?

Entonces ante la presencia de aquellos niños que estaban escondidos, y ante las palabras de Helio a su lado, solo sonrió tomando una de sus flechas para dudar en si querer unir dos corazones que en el pasado habían provocado con sus padres, la pérdida de fertilidad de la tierra.

Helio: Hey Eros, ¿qué sucede?

Susurró. Ante esas palabras el contrario no habló y solo voló aún mas cerca de ellos, ocultándose detrás de algunas nubes, tratando de apuntar perfectamente a sus dos objetivos.

Era como si el tiempo se detuviera.

Como si el clima estuviese a su favor.

Ambos le recordaban a su amada. Le recordaba el amor prohibido con Psique. Un bonito amor que parecía no tener futuro.

Sin embargo, cuando estaba por disparar, en el cielo una nube negra se formó en el mundo humano. El nombre de los grandes dioses más desastrosos estaba escrito en esa turbulencia.

Tánatos, Eris, Hades y Ares estaban descendiendo hacia la tierra en sus carruajes, haciendo que el menor pegue de golpe al contrario hacia el fondo del mar por pura reacción que no había visto en mucho tiempo.

Jeongin: Oh, hyung, yo -trató de inclinarse hacia éste, más una mano lo jaló hacia ella para evitar que lo haga.

- Mi querido niño, gusto en verte

Pronunció rozando sus suaves y finas manos sobre el cuello del menor, a la vez que el gran cuerpo de su padre se notaba frente a él cubierto con todas esas vestiduras doradas y esa capa roja en la hombros que no le dejaba ver por nada a su hyung.

Jeongin: Madre, no aquí -susurró, tratando de liberarse de ese agarre e ir a ayudar a quien debía hacerlo- debo-

Afrodita: Ugh, que malinsolente eres, ¿qué te he dicho de renegar? Las arrugas mi niño

Jeongin: No me importa, haces que todos me estén viendo, deja de utilizar tu belleza. No quiero decir que es lo que pareces en este momento

Afrodita: Debería cortarte la lengua, lástima que eres mi hijo

Eris: Pero que bonita reunión familiar

Pronunció por su lado, capaz de ver una buena forma de causar caos entre ellos. Obsevando como el mar era separado para dejar al hijo de Hades salir por sí solo, mientras tosía y botaba el agua tomada.

Ares: Aléjate Eris -dijo con una voz seria y posesiva, empuñando con fuerza su lanza para clavarla en el piso de un puñal, dejando que eso ojos llenos de llamas hagan arder en un círculo el lugar donde estuviese parado.

Jeongin: Padre.

[...]

Prov. Minho

"Es fuerte como su padre" -pensé antes de darme cuenta cómo ambos se veían fijamente haciendo que la tierra tiemble con la furia que ambos cargaban.

Me había olvidado que era el dios de la guerra. Sin embargo, cuando oí reír al más ruin y sangriento de los dioses no me sorprendí ni lo en lo más mínimo.

Ellos siempre eran así.

Era como su ritual de iniciación.

El padre de Jeongin le encantaba saber que su hijo no era tan débil como todos a pesar de esa belleza que se carga.

"Gracias Atenea por hacer tan lindo a mi próximo esposo" -asentí en mi propia mente con una sonrisa, siendo visto por algunas personas que estaban detrás de mí.

- Yash, ¡Mamá! ¡abuela!

Exclamé.

¿Acaso hoy es una reunión familiar o acaso me van a casar con alguien? Negué, más al ver esas sonrisas parecía que no era tan falso como pensaba.

OLIMPO CAÓTICO [Minjeong] [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora