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Caminaban por el pueblo uno al lado del otro, no habían pronunciado palabra desde que salieron de la casa de Luzu y eso a Auron lo ponía un poco nervioso. Las feromonas de ese chico lo incomodaban, parecían expresar cierta hostilidad que no estaba seguro cómo interpretar. Aunque después de haber presenciado la forma en la que se comportaba frente la Alfa, era bastante obvio cuál era el problema. 

-Me imagino que también conociste a Merlon- la voz del comisario lo hizo pegar un pequeño brinco, había empezado a hablar de pronto. 

-Emmmm...si… era su médico personal, aunque lo conocí mucho antes, cuando aún vivía en Karmaland- Alexby le lanzó una mirada furtiva.

-Me imagino que conoces al Alcalde desde hace mucho tiempo- Auron asintió con la cabeza. 

-Creo que la primera vez que hablé con él teníamos 12 años, fue justo después de que me dieran los resultados de mi casta- el recuerdo le hizo sonreír, fue ese el momento en que Luzu le dijo que él sería su Alfa y estaría a su lado para siempre. 

-Aunque parece ser que has estado muchos años alejado de Karmaland- la voz del comisario tenía un tono un poco resentido, Auron se sintió incómodo de nuevo. 

-Si, ha sido bastante tiempo- decidió dejar la conversación ahí, no quería entrar en el mismo nivel de hostilidad que el chico.

Vieron la enorme mansión de Merlon a lo lejos y el médico suspiró aliviado, hasta la apática compañía de Rubén le parecía más agradable que la actitud de ese pequeño policía. 

-Ha sido un placer conocerte Raúl, creo que te veré seguido ahora que has regresado al pueblo- se detuvieron frente al elevador que los llevaría a la isla donde estaba la mansión. 

-Puedes llamarme Auron, es como me dicen estos días- el policía no dijo nada, se limitó a cruzarse de brazos, esperando a que el médico tomara el elevador y se fuera. 

Pero mientras Auron subía a la enorme mansión, un par de ojos amarillos veían con atención la silueta del policía, quién se había acercado al pequeño lago que estaba debajo de la isla flotante. 

Rubius dejó su chaqueta sobre la cama, sin cuidado, y salió al elegante balcón de su habitación

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Rubius dejó su chaqueta sobre la cama, sin cuidado, y salió al elegante balcón de su habitación. Era enorme y bien amueblado, con unas pequeñas farolas iluminando con sutileza; y cuando el oso alzó la vista al cielo, se sorprendió con la maravillosa vista de las esplendorosas estrellas, que no había visto así de claras y brillantes desde que era un niño.

Aspiró el aroma del bosque con gusto, y se apoyó del barandal de madera mientras repasaba los eventos de ese día, y es que habían pasado tantas cosas que era imposible sentirse tranquilo. Aunque debía admitir que la pelea con el búho había sido lo de menos, porque lo verdaderamente importante de ese día, había sido conocer a ese intrigante y perfecto Alfa de ojos violetas. 

Sonrió al recordar su aroma, la verdad es que nunca había conocido a un Alfa que oliera tan perfectamente masculino y seductor; era como una mezcla de cuero, corteza de árbol y uvas frescas. La sola idea de ir con ese hombre a pasear por ahí, le emocionaba más de lo que quería admitir. 

MENTIRAS - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora