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-¿Cuánto dinero tenemos en las cuentas que están a tu nombre?- Rubén negó con la cabeza.

-Casi nada, lo justo para sobrevivir unos meses. Y no el estilo de vida al que estamos acostumbrados- David se puso las manos sobre la cara de forma cansada, no esperaba esas noticias.

-El terreno en el pueblucho ese, ¿vale mucho dinero?- el Omega se encogió de hombros. No tenía ni la menor idea, Merlon nunca mencionó nada de ese terreno, aunque estaba casi seguro se que no valía mucho, ¿por qué se olvidaría de ponerlo en el testamento si no fuese así? Ni siquiera estaba seguro de donde estaba Karmaland.

-Tendremos que hacer otro plan entonces, con uno de los millonarios del Norte- Rubén se llevó las manos al cabello y apretó con fuerza.

-Amor...yo no quiero, ni puedo, seguir con estos planes. Nos tomó mucho tiempo convencer a Merlon y al final soy yo quién termina teniendo sexo forzado con esos ancianos decrepitos. ¿Tienes idea de las cosas extrañas que se les ocurren?- se levantó de la cama y se acercó a la ventana de forma enojada, David suspiró.

-Vamos a ese pueblo entonces, a Karmaland, mientras planeamos algo- se acercó por detrás al Omega, lo abrazó por la cintura y apoyó su barbilla contra su hombro.

-No lo sé, ese lugar es desconocido para mí. Pero a como están las cosas, creo que nos hemos quedado sin opciones- se volteó y enterró su rostro en el pecho del Alfa, llenándose del aroma que amaba tanto.

David se dejó abrazar, incluso suavizó su aroma para que pudiese tranquilizar el alborotado corazón de su Omega. Estaba enfadado, con todos los involucrados en ese conflicto. Y si lo pensaba bien, incluso el joven entre sus brazos era culpable por no haber visto eso venir. Pero debía guardar la compostura, no quería terminar perdiendo el poco autocontrol que lograba mantener sobre su temperamento y lastimar al Omega.

-Toma todo lo de valor que puedas y empaca cualquier cosa que haga falta en las maletas. Nos vamos esta tarde- Rubén le vio con sorpresa, pero no protestó. Se alejó de él y se metió al armario para hacer lo que le pedía, la verdad se sentía mejor si David tomaba el control de la situación, estaba muy agotado para pensar.

El Alfa se mantuvo quieto frente a la ventana, con la mirada perdida en la nada, recordando un pasado, no muy lejano, que había querido mantener oculto de Rubén. Claro que conocía Karmaland, había estado ahí antes de empezar sus andadas con el Omega, y había tenido una tormentosa relación con un joven que casi le convence de quedarse en el pueblo. Pero David en esos momentos no estaba seguro de sus sentimientos, además, ese chico era un policía y si se hubiese enterado de sus negocios, estaba seguro que no hubiese dudado en entregarlo.

Suspiró pesadamente, regresar a Karmaland nunca había estado en sus planes, pero quería ver esa casa y poner las opciones más claras para Rubén. Necesitaba convencerlo de hacer una última estafa, para regresar a los planes de mudanza a la capital del norte. Y sabía perfectamente bien que Alfa podría ser su presa en el pueblo.

-Ha llegado la hora de que conozcas a Vegettita, Rubén- sonrió de medio lado, tenía un odio particular a ese Alfa engreído, así que vengarse de él de esta forma sería un valor añadido.

Se apartó de la ventana al fin, estaba seguro de poder mantener un perfil bajo para no ser reconocido por su antiguo Omega o sus amigos. Ahora solo faltaba convencer a Rubén de hacer lo que quería, sería fácil, después de todo estaba perdidamente enamorado de él.

 Ahora solo faltaba convencer a Rubén de hacer lo que quería, sería fácil, después de todo estaba perdidamente enamorado de él

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MENTIRAS - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora