Auron gimió adolorido, había corrido a su habitación luego de la terrible demostración de poderío de Fargan. A cada momento se lamentaba más el haber aceptado ir con ellos a Karmaland, ese Alfa era más inestable de lo que se imaginaba.
Levantó el cuello con cuidado y frunció el entrecejo al fijarse en las feas marcas rojas que habían quedado. Era bastante evidente que habían sido hechas por una enorme mano de Alfa. Y aún no revisaba su espalda, aunque estaba seguro que se encontraría con un moretón del lado derecho, justo donde había chocado contra la pared.
Se alejó del espejo y caminó hasta una de sus maletas, de ahí sacó un par de pequeños tarros que contenían medicina. Eran fórmulas de su propia invención, a las que había dedicado un buen tiempo pero que nunca pensó que utilizaría en sí mismo. Sin embargo, agradecía tenerlas con él.
Abrió el primer tarro, de color rosa, que contenía una pasta en un tono más claro. Era algo que había desarrollado un par de años atrás, cuando un paciente que era cantante llegó con una fea marca en el rostro y le imploró que lo ayudara a curarla lo antes posible, porque no podía trabajar hasta entonces. Era un Omega muy reconocido en el mundo del modelaje, así que le ofreció una fuerte suma si lo dejaba como nuevo. Con ese incentivo Auron se dedicó a crear la pasta milagrosa, y con sus conocimientos sobre plantas curativas logró hacer desaparecer la marca en un par de días. Desde entonces había recibido varias ofertas para ponerla a la venta, pero aún no se decidía cuál sería el mejor postor.
Lo bueno en ese momento es que era el único que poseía la milagrosa pasta, y con ella podría curar esas marcas en su cuello en un par de días. Sólo tendría que usar un collar inhibidor lo suficientemente grueso para cubrirse hasta entonces. Así que, con eso en mente, tomó una buena cantidad de medicina en sus dedos y se la aplicó con cuidado en toda el área afectada.
Suspiró resignado después de ver como el aspecto de su cuello cambiaba a uno más presentable, aunque todavía era bastante notorio que alguien lo había apretado con fuerza. Pero no le quedaba de otra más que esperar a que la medicina hiciera efecto en las próximas horas. Por ahora era momento de revisar su espalda y ver que tan grave era el golpe.
Se quitó la camisa con cuidado y se puso frente al espejo en una posición que le permitió ver como el lado derecho de su espalda tenía una marca entre morada y roja que descendía desde su omóplato hasta debajo de su cintura. El maldito Fargan se había pasado al golpearlo contra la pared.
-Maldito búho…- abrió el segundo pote de medicina mientras seguía maldiciendo al Alfa, era un tarro verde esta vez, dentro había una crema mucho menos espesa que la otra y de color blanco. Otro de sus inventos, mucho más reciente pero que había usado un par de veces para ayudar a un amigo. Se trataba de una crema que le ayudaría a reducir el dolor y bajar la hinchazón; y en caso de tener alguna herida más grave internamente, lo sabría al instante.
Sabía que esa crema no haría desaparecer el moretón, pero no creía tener que preocuparse por eso, era más urgente disminuir el dolor. Así que tomó un poco de la crema y la aplicó muy despacio, con algo de dificultad, sobre el golpe. El alivio llegó casi al instante y lo hizo suspirar, así que luego de terminar de curarse, se pudo poner la camisa con más facilidad y guardar la medicina donde la tenía antes.
La verdad aún estaba nervioso, no quería ni pensar en qué estaría sucediendo en la habitación de Rubius. Pero esperaba que el Omega no fuera a necesitar de sus remedios luego, aunque a juzgar por la intensidad de las feromonas de esos dos, que habían logrado colarse hasta su habitación, tal vez no la estaban pasando tan mal.
Sacó su teléfono del bolsillo trasero de su pantalón y se fijó que eran casi las 12 de la noche. El tiempo había volado luego del encuentro con Luzu, aunque ahora mismo deseaba que el Alfa no hubiese tenido que ir a atender su asunto, porque de esa manera estarían juntos aún; y no tendría que haber recibido maltratos de parte de Fargan.
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MENTIRAS - Omegaverse
FanfictionEra un experto en mentir, lo había hecho con su fallecido marido sin problema. Pero esos ojos tan hermosos, que parecían llegar hasta lo más profundo de su alma, le hicieron dudar. ¿Podría mentirle a ese hombre que le declaraba su amor con tanta fa...