Luzu observó el reloj sobre su escritorio, y suspiró al darse cuenta que aún era temprano, a pesar de la cantidad de papeles que había aprobado, habían pasado menos de tres horas desde que había salido de casa. Y era frustrante pensar que aún tenía que revisar una pila de solicitudes, y que luego tenía que ir a la torre de tribunales para asistir a una audiencia.
Dejó caer el bolígrafo sobre el escritorio y se apoyó mejor en la silla, de seguro Auron había despertado poco después de que se fuera. Ahora se preguntaba si se habría comido el desayuno que dejó para él en el microondas, o si tan sólo se había dedicado a revisar sus cosas del trabajo. La noche anterior le había dicho que tenía una clínica en la ciudad, así que era obvio que tuviera que hacerse cargo de ella, aún estando lejos.
Una genuina sonrisa se dibujó en sus labios al recordar todo lo que había pasado la noche anterior, pero no pudo divagar mucho en ella porque la puerta de la oficina se abrió, y su secretaria entró a paso firme, con un archivo en su mano derecha y una taza de café en la izquierda.
-Señor Alcalde, el secretario del señor Fernández ha venido a pedir una reunión con usted y ha solicitado que le entregue esta carpeta- la mujer dejó las cosas que llevaba justo frente a él, y esperó por su respuesta.
Su secretaria era Beta, una de las muchas mujeres del pueblo que habían peleado por la posición de: "asistente personal del alcalde". Y que la había conseguido simplemente por el anillo de compromiso en su dedo anular izquierdo. A Luzu no le gustaba la atención que recibía de varios Omegas y Betas solteros del pueblo, así que tener a alguien con pareja era justo lo que necesitaba. Eso sin mencionar que la mujer era muy eficiente y diligente en su trabajo.
-Gracias Valeria, deja el archivo y dile que pase. Escucharé lo que tenga que decir - la mujer asintió con la cabeza y se retiró con el mismo paso de antes, dejando escuchar el repique de sus tacones sobre el suelo de madera; un minuto después entró otra persona, un chico de lentes vestido con un elegante traje azul, a quién reconoció al instante, lo había visto la noche anterior en la comisaría.
-Señor Alcalde, gracias por dejarme pasar. Es un placer verlo de nuevo- el chico se sentó frente a él y se ajustó el sacó. Era un Omega, eso era obvio, uno que parecía no haber dormido lo suficiente.
-Me imagino que viene a negociar los términos de la audiencia de su jefe, aunque será difícil llegar a un acuerdo dado que casi le arranca una oreja al dueño de la taberna- Luzu tomó la taza de café que su secretaria había dejado para él y le dio un sorbo.
-Claro, entiendo que la situación se salió un poco de control. Pero estamos preparados para pagar cualquier cantidad para compensar los daños causados por el incidente. Además, mi jefe es dueño de varios hospitales, entre ellos el mejor centro de cirugías estéticas de la capital del sur. Podríamos trasladar al afectado en un par de días y programar que nuestro mejor cirujano lo vea. Todo a cuenta de nuestra empresa- el joven Omega le regaló una sonrisa y sus feromonas con aroma a durazno se desplegaron como fuegos artificiales. Ahora entendía porque Lolito había mandado a ese chico a convencerlo.
-Hablaré con la víctima, aunque no puedo confirmar que aceptará el trato. Me imagino que aquí indican la cantidad de la compensación- el chico asintió con la cabeza y Luzu abrió el archivo que su secretaria le había llevado antes. Sus ojos se abrieron en sorpresa al ver la exorbitante cantidad de dinero que estaban ofreciendo como compensación.
-Mi jefe se encuentra en su mansión junto al mar por el momento, cuando tenga una respuesta de la víctima puede comunicarse conmigo directamente. Yo me haré cargo de todo lo demás- Luzu cerró la carpeta y tomó su taza de café de nuevo.
-Bien, estaremos en contacto entonces- Miguel Angel sonrió y estuvo a punto de ponerse de pie, sin embargo, pareció recordar algo y regresó la mirada al Alcalde.
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MENTIRAS - Omegaverse
FanfictionEra un experto en mentir, lo había hecho con su fallecido marido sin problema. Pero esos ojos tan hermosos, que parecían llegar hasta lo más profundo de su alma, le hicieron dudar. ¿Podría mentirle a ese hombre que le declaraba su amor con tanta fa...