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Un enorme lobo de pelaje negro y brillantes ojos violetas corría a toda velocidad por el bosque, la luz de la luna hacia que su pelaje resplandeciera y se veía majestuosamente bello. Sus grandes patas dejaron su marca sobre el lodo al lado de un cristalino lago, y el animal se detuvo para ver su reflejo. Su hocico aún seguía manchado con la sangre del ciervo que había cazado momentos atrás, así que se metió al agua para limpiarse. 

La noche estaba fresca, así que el lobo sólo estuvo un momento en el agua, antes de salir y sacudir su pelaje para secarse. Alzó la cabeza y aspiró el aroma del ambiente por un rato, pero al comprobar que no había nadie cerca, se paró en dos patas y se transformó al instante en un musculoso y atractivo hombre. Era Vegetta. 

El Alfa se estiró y varios de sus huesos tronaron, pero él aún así sonrió con gusto. Su piel morena estaba expuesta completamente, dejando ver alguna que otra cicatriz que había obtenido gracias a las constantes peleas con los monstruos de la región. Era un guerrero, a pesar de su estatus y todo el dinero que su familia acumulaba, él disfrutaba pelear y por eso había aceptado el rol de héroe en Karmaland. 

Se acercó a un enorme roble para tomar lo que parecía ser una armadura negra que se encontraba sobre el suelo  y se la empezó a poner con cuidado. Ese traje era su orgullo, lo había conseguido gracias a sus influencias, de una compañía que se especializaba en construir armaduras personalizadas. La suya por ejemplo, ocultaba su aroma, era ligera como una pluma y el casco modulaba su voz, además de que el material era particularmente resistente, más que el hierro o incluso el oro, y detenía cualquier ataque con espada o arma de fuego de una forma muy efectiva. Y aunque él poseía muchas otras armaduras para las batallas, esa le servía para ocultar uno de sus más preciados secretos; que era un Híbrido. 

Tomó su espada y se la ajustó en el cinto, luego se colocó su arco y flechas sobre la espalda. Tenía que regresar a su casa a terminar el trabajo, la única razón por la que había decidido salir a cazar era por la insistencia de su lobo, ya que había pasado mucho tiempo desde la última vez. Además, el encuentro con cierto Omega de ojos verdes y olor a flores lo había dejado más inquieto que nunca. 

Le restó importancia a sus pensamientos y se colocó una máscara con la forma de un lobo sobre el rostro; luego sacó su teléfono para comprobar que no tenía ningún mensaje o llamada perdida. Pero antes de que empezara a caminar rumbo a su casa, escuchó un grito a la distancia, cosa que lo hizo darse la vuelta y levantar la cabeza para tratar de captar si había alguien cerca, pero de nuevo no pudo captar ningún aroma, y eso lo extraño un poco. 

Estaba algo alejado del pueblo así que era obvio que no sintiera nada más que el olor de los animales cercanos, aún así estaba seguro de haber escuchado a alguien gritar. Se rascó la barbilla con duda, la verdad es que no quería encontrarse con nadie conocido, pero era un guerrero y no podía dejar que algo le pasara a algún pueblerino. Así que, con eso en mente, corrió en la dirección en que creía estaba el dueño de la voz que había escuchado. 

No supo con exactitud la distancia que recorrió, pero antes de darse cuenta estaba frente a la costa, donde se encontró con la silueta de cierto Omega de cabellos rubios, al que había conocido unas horas atrás. Supo que era él por que llevaba la misma ropa, y las esponjosas orejitas cafés sobresalían entre su cabello. Aunque le pareció extraño no poder sentir el aroma a flores que había sentido antes.

-¿Rubius?- el Omega pegó un pequeño salto y se dio la vuelta con rapidez, pero casi al instante abrió los ojos con miedo y retrocedió un par de pasos. Vegetta se dio cuenta entonces que llevaba el traje de lobo, y que estaba ocultando sus feromonas; maldijo por lo bajo al ser tan descuidado. 

-¿Quién eres?, no quiero problemas con nadie...solo vine a pensar un poco...ahora mismo me voy…- empezó a caminar con prisas, aunque era obvio que no estaba seguro de a donde ir. El Alfa suspiró, tendría que revelar uno de sus más grandes secretos a un chico casi desconocido, pero no quería asustarlo aún más. Ya luego se encargaría de convencerlo de no decir nada, después de todo, ambos eran Híbridos. 

MENTIRAS - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora