Capítulo VI: El castillo y la princesa Lissard

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Blidder.

Un lugar realmente fuera del mapa para mí, nunca había oído hablar de él. Puede que ni siquiera nadie sabe de este lugar.

Entramos dentro del castillo y era realmente hermoso. Muchísimo más grandioso que el de la Reina, paredes color crema con estandartes y laureles dorados trepando hacia el techo, en el cual se encontraban pintadas en óleo hermosas criaturas. Las puertas eran doradas y blancas, se alzaban hasta arriba. Definitivamente el castillo cumplía todas mis expectativas.

Jack me dejo con una mujer, tenía facciones diferentes a las suyas. Sus orejas eran mucho más puntadas y su piel un tanto azulada. Esto no cambiaba lo hermosa que se veía.

No tuve mucha platica con ella, le pregunté su nombre y me respondió que Anitte. Era muy reservada, se conformaba con responder un "Sí" o "No", o simplemente asentir.

Llegamos a una habitación, cuando entre pude apreciar que era mucho más grande que la mía. Había una cama redonda, con sabanas de color crema que hacían juego con la pintura de las paredes, en la cual había pintadas criaturas bailando. Poseía un tocador simple con un espejo brillante además de un armario enrome.

Anitte me obligó a entrar y me aclaró no moverme hasta que ella regresara. Acaté su orden sin quejarme. Caminé hasta la cama, realmente necesitaba dormir un poco. Me acerque al espejo y me observe. Tenía la cara sucia y con la sangre seca del rasguño. Mi vestido estaba totalmente roto y mugriento.

Se oyó tres toques en la puerta y la mujer regresó. Me miro seriamente, como si le molestara que estuviera frente al espejo. Caminó directo a la cama con una caja dorado y la dejó ahí. Levante las cejas. Ella se quedó sosteniendo sus manos, ahí esperando. Vacilé y me acerqué hasta allí.

Miré la caja y después a ella, repetí la acción otra vez.

—¿Es para mí? — señalé.

Ella asintió.

—Es para usted. Puede que le quede un poco grande, no acostumbramos a recibir gente de su raza—me aclaró.

—Gracias...—levanté la tapa, era pesada. Dentro había un vestido sencillo de color rosa claro. Rosa. Ese color no me gustaba para nada, pero la tela era muy bonita. Debajo de este, encontré unas zapatillas blancas con unos listones.

—Las zapatillas puede que igual le queden grandes—dijo seria.

—No se preocupe, muchas gracias—deje el vestido de nuevo ahí. Forme la siguiente pregunta en mi cabeza—¿Podría tomarme un baño antes? No quiero echar a perder el vestido—me señale por mi aspecto.

—Por supuesto, en la puerta que se encuentra derecho—señaló y me di vuelta.

—Ya, muchas gracias—volví a decir.

—Un placer—respondió fríamente.

Caminé hasta la puerta, la abrí y entré al cuarto de baño. Se sintió una calidez y había vapor. Me quedé atónita cuando pude apreciar mejor el cuarto. Había una tina gigante de la cual salía todo el vapor y su agua caía a un vacío. Las paredes tenían baldosas amarillentas y el suelo igual.

Me quité mis zapatos y luego lo que quedaba de mi vestido, después procedí a quitarme mi ropa interior.

Sumergí mis pies lentamente y el agua tibia me acaricio. Entré por completo, hundiendo mi cabeza y el sentimiento de relajación fue inminente. Salí de debajo el agua y me quedé pensando en los sucesos anteriores.

La fiesta. El laberinto. La voz. El collar. La puerta.

Todo era realmente precipitado, había pasado muy seguidamente. No tengo tiempo de pensar ni en como volver. A estas alturas jamás debí alejarme de la fiesta ni entrar en el bosque. Mi curiosidad me mato, ahora no sabía ni en donde me encontraba, donde estaba mi tía o que hacer.

Alice y el collar de Suller © ✔️ ( #1 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora