Capítulo XXXVI: Un camino de estrellas y árboles

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—Cada vez lo haces mejor—aplaude la señorita Anna, quien me había enseñado a tocar el piano desde que tengo la capacidad de caminar sola—. Se nota que ha practicado—le sisea a mi tía, que estaba parada junto a la puerta.

Las cosas habían estado radicalmente tensas, yo me había pasado los últimos días en mi habitación o en el jardín, evitando cualquier contacto con ella, sólo nos encontrábamos para el desayuno, almuerzo y cena.

—Ya debo retirarme—me levanto y acomodo m vestido—. Darling me espera—sonrío y me inclino.

—Ten un buen día—devuelve la reverencia.

Mi tía me miro, y yo no le exprese nada, sólo camine hasta la salida. Darling me había invitado a su famosa après-midi de peintures o mejor conocido por mí, como tarde de pinturas. Ella, Jaqueline e Isabela siempre se reunían los sábados en el parque para pintar, según ellas era una experiencia muy aliviosa, me habían invitado en incontables ocasiones y hoy por fin, acepte.

—Buenos días—salude cuando cruce el puente de madera.

— ¡Oh, Alice!—salta Darling y se apresura llegar hasta mí. Lleva un vestido color crema y el cabello recogido en un elegante rodete—Creí que no vendrías—me sonríe.

—Bueno—me encojo de hombros—, a veces hay que probar cosas nuevas—aclaro.

—Estupendo—dice emocionada y toma mi mano, jalándome hasta los caballetes—. He pedido que instalaran uno para ti—sonríe. El señor Logan le pasa un mandil y ella me lo entrega.

—Gracias—digo, me lo pongo y me siento frente al lienzo en blanco.

—Buenos días—habla Jaqueline—. Pensé que no vendrías—agrega con su mirada puesta en su trabajo.

—Pues, si vine—resoplo y tomo un pincel. Isabela me sonríe cálidamente, puedo notar su cabello rojizo resplandeciente debido a la luz del sol y me recuerda Jack.

¿Qué sucederá en Blidder? ¿Ella habrá ganado? ¿Mis amigos estarán muertos? No podía saberlo y eso, me consumía. Quizás jamás estaré en paz, el no saber que paso con ellos me perseguiría por el resto de mi vida. Quería volver. Tenía que volver, pero no podía, ya no tenía el collar y los susurros ya no venían a mi encuentro.

— ¿Está todo bien?—pregunta Darling, y me doy cuenta que tengo el pincel en el aire con la vista perdida.

—Lo está—aclaro, ella asiente y sigue con su pintura.

Pienso detalladamente que pintar, hasta que se me ocurre plasmar un camino encantado de árboles. Empiezo lentamente por las copas de los árboles, mezclo el verde y amarillo formando un color intenso y trazo delicadamente.

Pasan unas dos horas, cuando el señor Logan nos trae una taza de té y decidimos parar unos minutos. Mi pintura ya casi está terminada.

—Tu pintura está quedando muy bien—opina Isabela.

—Gracias, la tuya también—sonrío viendo su obra. Ella estaba pintando unas rosas de las más bonitas. Darling se acerca.

—Es un...

—Camino de árboles—habla una voz femenina y nos volteamos para encontrarnos a una mujer mayor, que lleva un bastón y viste elegantemente. Su cabello es de un tono griseado, sus facciones se ven como de porcelana a excepción que tiene algunas arrugas debido a la edad—. Buenas tardes, señoritas.

—Buenas tardes, madame—decimos todas.

—La he visto a lo lejos y tuve la curiosidad de ver a sus pinturas—confiesa.

Alice y el collar de Suller © ✔️ ( #1 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora