Capítulo II: Emoción

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 Me desperté con la luz cálida del sol, que se filtraba por las cortinas de seda y con los ruidos impacientes de la puerta. Bramé un adelante y la esta se abrió.

—Buenos días, señorita Alice— era Emily, mi dama de compañía, aunque más que eso, la veía como una amiga. Ella abrió las cortinas de par en par y luego camino hasta mi armario para abrirlo.

— Buen día, Emily — bajé de mi cama emocionada y me dirigí a su lado, me ayudo a quitarme mi pijama. — ¿Sabes qué día es mañana, no es así? — era una pregunta capciosa, me ajusto un poco el corsé, no mucho pues no me gustaba usarlo, y de hecho ni siquiera usar vestidos tan elegantes, me ayudo con el vestido color cielo con blanco, que había elegido. Era mi favorito.

—Bueno, veamos, creo que mañana hay carrera de caballos —dijo acercándose al tocador, yo la seguí—. A ti te gusta mucho ese día.

—No, no es ese día— respondí con la voz ronca, me senté y ella empezó a peinar mi cabello.

— ¿Día de montar? — la miraba a través del espejo.

—Vamos Em, sé que sabes qué día es. Ya no soy una niña para esto— ella me miro por el reflejo y yo levante ambas cejas varias veces.

—Está bien, tienes razón. Ya sé que día es— bajo el peine y tomo unos broches—. Es tu cumpleaños— sonrió.

—Si eso también, ¿pero no recuerdas? — ella expreso duda en su rostro.

— ¿Recordar que Alice? — volvió a tomar el peine. Me di vuelta hacia ella y dejo de peinarme.

—Podre abrir el regalo, el que mi padre me ha dejado— sonreí con emoción.

— Es verdad. Lo había olvidado—aclara, pero yo sé que sólo bromeaba.

Termino de peinarme, baje hacia la sala principal, donde solíamos junto con la tía Dorothy desayunar. Ella estaba ahí, sentada junto con su periódico.

—Buenos días, tía— me senté junto a ella.

—Buenos días, querida— sin sacar su vista de su lectura.

Desayunamos, ninguna hablaba, eso era raro. Mi tía siempre acostumbraba hablar conmigo, preguntar cómo había dormido y lo que se me ocurrió fue que estaba rara por el misterioso regalo.

—¿Y bien?, ya dilo— ella me miro pícaramente.

— ¿Decirte que? — pregunto, dejando su periódico de lado.

—Tú sabes que— levante ambas cejas hacia arriba, varias veces. Ella rio y tomo su té, casi al minuto y medio me dijo:

—Ni siquiera lo sueñes, deberás esperar hasta mañana— yo me deje caer hacia tras con un resoplido—¿Creíste que te lo diría?

—Pero, tú sabes que es...— me reincorpore— ¿No es cierto? — ella solo me hizo señas de que no diría nada, yo me cruce de brazos.

Luego del desayuno salí hacia el jardín principal. Nuestra mansión estaba ubicada bastante lejos de la ciudad, unos veinte minutos en carruaje. Rodeada por el inmenso y verdoso bosque, era realmente tranquilo, pero a veces demasiado solitario.

Caminé hacia el establo, cuando entré me encontré con Charles, quien era el encargado de los caballos.

—Buenos días, Char— salude y él hizo un gesto igual.

—Buenos días— estaba alimentando los caballos— ¿Qué tal estás hoy?

—De maravilla, ¿y usted?

—Igual, gracias— lo dejé hacer su trabajo y salí fuera del perímetro hacia el campo.

El aroma que los tulipanes producían era realmente maravilloso, el pastizal estaba alto y me hacía cosquillas entre las piernas mientras caminaba.

Me recosté en el césped y cerré los ojos, sentí la brisa. Estaba emocionada, mañana por fin tendría una parte de mi padre conmigo.

Tuve recuerdos, algo borrosos, pero eran recuerdos. Mi padre y yo nos encontrábamos en su oficina.

— ¿Qué es eso? — pregunté.

—Un objeto realmente inusual, mágico— me respondió.

Era una caja forrado de un color ocre bastante antiguo, con un moño dorado y una etiqueta.

— ¿Mágico? — repetí yo pensativa y él asintió.

La caja, la tenía mi tía en un lugar secreto que jamás he visto, según ella.

—Algún día, lo entenderás— afirmo él, y de hecho creo que solo exagero para darme emoción.

Por fin mañana sabría que contenía y sinceramente si me emocionaba. Papá había muerto hace mucho y recibir su regalo era algo que anhelaba.

Me levanté cuidadosa y sacudí mi vestido, mire el cielo y se encontraba brillante y despejado.

Fui cuesta abajo hacia la Mansión nuevamente. Podía sólo pensar en la caja color ocre antigua, que podría contener. En realidad, creo que esa noche soñé con esa caja de tanto pensarla.

En ese preciso instante, yo no tenía idea de que esa caja, cambiaria no solo mi vida sino mi mundo para siempre.


Alice y el collar de Suller © ✔️ ( #1 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora