Nunca me imaginé que estaría buscando locales para la tienda. Me sentía tan a gusto y feliz en donde estaba, que nunca vi la posibilidad de que algún día tendría que marcharme.
Le había pedido a Betty que se quedara al tanto de todo, mientras que yo salía en busca de un nuevo sitio. Ni siquiera sabía por donde empezar, ningún lugar me parecía lo suficientemente bueno como mi rinconcito en el Petit Champlain.
Me dirigía al Viejo Quebec, y si bien su nombre se ajustaba con el contenido de mi tienda, mi presupuesto no tanto. La mayoría de los locales estaban ocupados y los que no, tenían un precio demasiado costoso, e incluso eran más pequeños que el actual establecimiento.
A media tarde abandoné mi búsqueda y volví a la tienda para retomar el trabajo.-Tienes mala cara. -Cloe había pasado a visitarme y me esperaba en una de las butacas de exposición.
-Gracias, es lo más bonito que me han dicho. -respondí tratando de esbozar una sonrisa.
-¿Tuviste suerte? ¿Encontraste algo? -Betty se apareció con una bandeja que cargaba dos tazas de té y una tetera.
-No, es más difícil de lo que imaginé.
-Ya aparecerá, no te preocupes ¿Quieres té? -me ofreció una de las tazas.
-¿Sabes que estos artículos están a la venta, Betty? -no es la primera vez que me desordena la tienda y utiliza todo lo que ve a su paso.
-Siempre te estás quejando de que tienen polvo y que no se les da uso, pero luego hago té y me reprendes.
-Es diferente, estos objetos son delicados y costosos, si se rompen o se astillan, perderán su valor.
-Fui yo la de la idea. -confesó Cloe con las mejillas rosadas.
-Está bien, sólo no destruyan nada. -esbocé una sonrisa para ambas, no quería que pensaran que estaba molesta con ellas.
-La abuela me envío para buscarte. Dice que últimamente no te vemos casi y que tratas de no pasar tiempo con nosotras desde que supiste lo de la tienda. -anunció Cloe encogiéndose de hombros. -Llevas días que no llegas a tiempo para cenar y le preocupa tu salud.
-Si he cenado, quizá no lo suficiente pero lo he hecho. -susurré avergonzada de preocupar a la abuela de esa forma. -Pero ahora no puedo cerrar la tienda.
-Bueno, nos está esperando en una pastelería cerca de la casa. Me ordenó que si era necesario te arrastrara hasta allí, pero que no aceptara un no por respuesta.
-Yo puedo quedarme, no tengo nada mejor que hacer, aprovecharé para preparar mis clases de inglés. El lunes empiezo por fin a trabajar en el colegio. -le agradecí con la mirada a Betty, siempre lograba salvarme y más ahora que tenía tanto tiempo libre.
-Te debo una.
-Me debes miles, lo que no me interesa cobrártelas. -las tres reímos mientras que Cloe y yo abandonábamos la tienda.
Buscamos mi coche dos calles más arriba, y partimos al encuentro con la abuela. Mi hermana no dejaba de contarme sobre sus travesuras con las gemelas Lil y Lisa en el colegio, y lo emocionantes que habían sido los últimos programas de Mr. Stephen, que por lo tarde que había llegado a casa me había perdido.
-Dicen que dará una entrevista para la televisión la próxima semana. Por fin, Zoe, vamos a conocer a Mr. Stephen. -me comunicó Cloe emocionada y no pude evitar que mi corazón perdiera su ritmo.
-¿Crees que sea cierto? -rezaba porqué lo fuera.
-Me lo contaron las gemelas, vendrán a casa para que lo veamos todas juntas. Invitemos a Betty, seguro que también le hace ilusión. -propuso con los ojos como diamantes. Yo asentí y aparqué el coche frente a una pequeña pastelería a solo dos cuadras de casa.
ESTÁS LEYENDO
Vintage
ChickLitQuebec, la ciudad que guarda millones de historias de amor en secreto. Zoe es una chica de 25 años, dueña de una tienda de antigüedades, enamorada del pasado y la historia, curiosa por naturaleza y de corazón noble. Se interesa sentimentalmente por...