Capítulo 10

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Otra llamada llegó al programa, pero yo ya no estaba escuchando. No tenía ni idea de lo que significa aquella confesión. ¿Quería conocerme? ¿Le interesaba volverme a ver? ¿Cómo había llegado aquella carta a sus manos?

Me levanté nerviosa, no podía seguir allí, tenía que contarle a alguien lo sucedido. Me dirigí a la cocina y tomé el teléfono que colgaba de la pared. Betty era la única que tenía interés en que le escribiera esa carta a Mr. Stephen y podía haber sido la que la había enviado.
Enredaba en mis dedos el cable del artefacto para aliviar mi ansiedad, y el sonido del timbre no me parecía suficiente, imploraba que Betty contestara al teléfono, pero no lo hizo. Al parecer no se encontraba en casa.
-Zoe... -había olvidado por completo la existencia de Matthew y me sobresaltó encontrarlo en la cocina.
-¿Qué quieres?

-¿Estás bien? -sus mejillas habían tomado un color carmesí.

-¿Para qué quieres saber? ¿Irás a contárselo a Betty por mucho que te pida que no lo hagas? -contesté con ironía.

-Si quería ayudarte, la única forma era contándoselo a Betty. -estaba parado en el marco de la puerta y se pasaba las manos por su cabello en señal de incomodidad.

-Eso lo tenía que decidir yo. De todas formas, gracias por no decirle a la abuela lo del golpe. -había logrado mantener la boca cerrada en ese asunto.

-Zoe... ¿Mr. Stephen y tú, tienen algo? -nunca lo había visto tan sonrojado. Nos conocíamos hacía poco tiempo pero podría jurar de que estaba nervioso.

-No, que yo sepa. El día del robo del taxi, me encontré a un chico que me ayudó, al parecer era él. -Matthew se estaba convirtiendo a pesar de mi ligera incomodidad con su presencia en mi guarda secretos. Por estar en el momento indicado para desahogarme.

-¿Qué piensas hacer ahora que sabes que te conoce? -me miró a los ojos tratando de adivinar mis pensamientos.

-Nada, ¿qué esperas que haga? -le pregunté y de verdad esperaba su consejo.

-Nada...

-¡Matthew, ya podemos irnos! -escuchamos a Jenna gritar desde el salón y sin decir nada más, Matthew salió del comedor dejándome más confundida. ¿Podría de verdad no hacer nada? Buscarle no sería mala idea, o escribirle otra carta, esas eran las respuestas que esperaba, hacer nada podría significar perder mi oportunidad de encontrar el amor.

-¿Qué le hiciste a Matthew? -mi hermana me miró sorprendida cuando despidió a los invitados.

-Nada ¿Qué te ha dicho?

-Lo vi salir muy alterado. Zoe, ¿lo trataste mal? -Cloe sonaba preocupada.

-No. Solo estábamos hablando, quizá no fue mi culpa que estuviera enfadado.

-Espero que no.

No pude pegar ojo en toda la noche, Mr. Stephen no salía de mi cabeza. Me sentía como una adolescente de imaginarme cómo sería nuestro encuentro si algún día nos volvíamos a ver. Sabía mi nombre, claro que lo sabía si le di mis datos cuando denunciamos el robo, quizá por eso se animó a decir lo que dijo. Parecía un sueño, un sueño en el que rezaba que todo fuera cierto.

Al día siguiente nadie podía borrar la sonrisa de mi rostro, ni siquiera los escalones asesinos de la escalera rompe cuellos, que habían echo de las suyas haciéndome resbalar mientras cargaba la bici.
Intenté llamar a Betty durante toda la mañana, pero no pude localizarla. Por eso me sorprendí cuando la encontré frente al local a media tarde.

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