Complicità

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DAMIANO

Fiorella me apartó de un empujón y salió de debajo mía.

- Mierda - masculló entre dientes mientras buscaba su camiseta por el suelo.

- Este tío es una puta pesadilla - dije pasándome las manos por la cabeza y quedándome boca arriba en la cama.

- ¿Qué haces ahí parado? ¡Levanta! - susurró pasándose la camiseta por la cabeza.

Le eché un último vistazo a su cuerpo antes de que aquella tela blanca cubriese de nuevo sus preciosos pechos y la situación me cabreó aún más. Estábamos a punto y ese gilipollas...

- Fiorella sé que estás ahí, por favor, abre la puerta - la voz del nombrado sonaba.

Me levanté de mala gana de la cama y me quedé mirándola.

- ¿Por qué no hacemos como si no estuviera y ya? - pregunté sabiendo la respuesta.

- Sabe perfectamente que estoy en casa - señaló la pequeña ventana del pasillo que daba al rellano del edificio donde se encontraba Guido - Hay luz.

- Pues que te la has dejado encendida sin darte cuenta.

- ¡Que te vistas ya!

Tomé mi camiseta con cara de pocos amigos y revisé que mi miembro seguía "despierto".

- Está me la va a pagar - le dije a Fiorella y entendió al segundo a qué me refería.

- Escóndete.

- Estás de puta coña - la miré con ganas de reírme en su cara.

- ¿Me ves con cara de estar de broma? - hizo un gesto con su dedo rodeando su rostro y me miró entrecerrando los ojos.

Apoyó las palmas de su mano y me dirigió hacia el baño del pasillo, que estaba enfrente de su habitación. 

- Ni un ruido, Damiano - me advirtió.

- Espera, espera - la detuve antes de que se fuera y la voz de Guido se volvió a escuchar - Si tú y él no sois "novios" por qué tienes que esconder a quién te vas a follar.

- Parece ser que no eres consciente que eres tú ese "a quien me iba a follar".

- Mejor no me recuerdes que se ha quedado en intento. - suspiré enfadado.

Fiorella se fue hacia la puerta de entrada y yo aproveché para no cerrar la puerta del baño y dejarla lo suficientemente abierta para ver algo.

Aunque corría el peligro de verle la cara a ese tío y querer partírsela.

Sus voces sonaban en el otro lado del apartamento pero no conseguía entender qué decían.

Al poco rato se comenzaron a aproximar. Por lo que pude observar era Guido el que se dirigía hacia su habitación y ella intentaba poner excusas para irse al salón pero no lo consiguió.

Éste se sentó en la cama y ella entró apurada tras él.

- ¿Por qué vienes a estas horas, Guido? - preguntó cruzándose de brazos.

- No sientes una mierda por mí, ¿verdad? - preguntó él en un tono de tristeza.

- Pero qué dices, ¿a qué viene eso ahora?

- Respóndeme Fiorella.

Eso respóndele.

Ella permaneció en silencio mirando al suelo.

- No contestaste. No obtuve ni una miserable respuesta - soltó él mirando hacia la nada.

No tenía ni idea de qué hablaban pero sabía que por la expresión de ella era algo delicado.

[ MARLENA ] DAMIANO DAVIDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora