Te conozco...

El salvador y sus tequilas

Desde ese dia, ante la partida de Loki ya no queda nada, ni el recuerdo de sentir el calor de su cuerpo, solo la triste idea de que algún dia regresará, y a pesar de los 4 años aun espero su regreso.

El solo recordar que Odín jamás lo permitiría, mata aún más mis esperanzas.

Esa noche, luego de transcribir su desdicha en su computador, Emma se recostó en su cama tratando de olvidar las palabras de Loki, que aun dejaban en ella un poco de esperanzas.

Siendo las 10 de la noche, Sebastián toca la puerta de su casa, Emma no tenía ganas de salir a atender, la depresión la consumía lentamente.

Sebastian: ¡Emma! ¡ábreme! Soy Sebastián.

Emma se pone de pie, aun en pijamas y se dirige a abrir la puerta.

Emma: Hola Sebastián.

Sebastian: Emma, ¿qué te sucede? Hace 3 meses no se de ti, no vas a trabajar, no vas a la universidad. ¿Qué te ocurre? Mírate estas que das asco.

Emma: Tengo que confesarte la verdad Sebastián. -el joven la vio desconcertado. -Recuerdas a mi primo Lucas el austriaco.

Sebastian: Sí, lo recuerdo vagamente, hace 4 años atrás, ¿Qué ocurre con él?

Emma: No es mi primo.

Sebastian: Entonces ¿Quién es?

Emma: Era Loki, el dios de las mentiras. El conjuro funciono y traje a Loki.

Sebastian: ¡¿Era Loki?! Con razón me resultaba familiar.

Emma: si no te molestas quiero dormir ahora.

Sebastian: ¿Dormir? Vamos a salir a tomar algo, no me gusta verte así.

Emma: De verdad Seb no tengo ganas de salir, quiero quedarme en mi casa.

Sebastian: ¿Sigues creyendo que el dios de las mentiras vendrá?

Emma: Pues, si...

Sebastian: Que patética eres. No pienses en él, por ahí hasta ya se casó y tu aquí sufriendo como tonta.

Emma: De verdad no eres nada bueno consolando.

Sebastian: Anda vamos, deja de pensar en ese fanfarrón.

Emma: Seb de verdad no quiero salir.

Sebastian: Bueno entonces cocinemos algo delicioso para que comas ¿ok?

Emma: Está bien. -sonrió con la mirada entristecida

Sebastian: Esa es la Emma que quiero ver. -acaricia la mejilla de Emma. Se coloca el delantal. -Si no has comido uno de mis omelettes, entonces no tienes idea de lo que es una comida deliciosa. -Emma sonrió ante las ocurrencias de Sebastián.

Sebastian: pero antes... -abre la mochila que traía puesto. -Como sabía que estarías triste, te traje algo para animarte. -saca una botella de tequila. -Te enseñare un poco de mi tierra.

Rápidamente saco del refrigerador unos limones un poco de sal sobre la mesa y unos shots que le había regalado a Emma para su cumpleaños.

Sebastian: Antes que nada, si quieres olvidar penas. -abría la botella. -Nada mejor que un buen tequila mexicano. -sirvió los shorts. -Esto es fácil solo debes mojar la pulpa del limón con la sal, chupar ese limón y echarse un trago.

Emma: ¿Pero todo el vaso?

Sebastian: Claro que si mi güera, todo el pinche vaso, ¿apoco es mucho? -Emma sonrió.

Emma: Sabes que me da risa cuando hablas como mexicano.

Sebastian: Lo sé, y quiero verte sonreír Emma. ¿Va o qué? Nos echamos esos tequilas.