Capítulo 1

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DAN

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DAN

Respira.

Respira.

Todo estará bien.

Solo respira.

Me repetí a mí mismo lo anterior mientras el sudor cubría mi rostro y escalofríos hacían que mi cuerpo temblara. ¿Alguien había abierto todas las ventanas de este maldito lugar? Me estaba congelando. También tenía el estómago algo revuelto. Ay, puta suerte.

Ahora no. Por favor no justo ahora.

—Hey, hey. ¿Qué te sucede? —Cole, mi representante, me sujetó el rostro y me hizo mirarlo a la cara—. ¿Daniel? —palmeó me mejilla—. ¿Te sientes bien?

—Me siento un poco...

El resto de la oración se perdió en mi garganta. Me sentía débil. Cole esbozó una mueca y miró a alguien que estaba a mi derecha.

—Tú, rápido, tráele un energizante ahora mismo. El concierto empieza en menos de tres minutos.

No tuve fuerza para girar la cabeza y comprobar a quién le dio la orden, pero esa persona corrió a cumplirla. Lo supe por el ruido de las cosas que tiró al salir a toda prisa.

—Cole... —pronuncié su nombre y me relamí los labios. Sentía seca la boca. ¿Tal vez un poco de agua ayudaría? Quizá solo estaba muy sediento.

Los oídos me pitaban y mi vista sufría apagones intermitentes. ¿Qué demonios me estaba sucediendo?

Cole volteó a verme de nuevo.

—Tranquilo, campeón. El energizante lo arreglará. Terminamos el concierto y directo al hotel a dormir un rato. Piensa en lo de mañana... estaremos volando hacia Europa, ¿no es genial?

Tenía la cabeza embotada. ¿A quién diablos le importaba ir a Europa? Dormir sonaba bien, pero hacía tiempo que no sabía lo que era eso.

Cerré un momento los ojos y dejé que mi cabeza se apoyara hacia atrás. Cole se quedó allí hasta que le entregaron el energizante y me hizo beberlo.

—Vamos, Daniel, levántate. Ya es hora, hay que salir. No puedes fallarme, ¿vale? Hay miles de personas allí afuera esperándote.

—¿Estás seguro de que esto es una buena idea, Cole? Dan se ve muy mal —indicó alguien a quien no pude identificar por completo. ¿Quizá era Lizzie, mi estilista?

—Cállate —fue la respuesta que Cole le dio.

—Tiene que salir ahora —dijo otra voz—. La gente se está impacientando.

Hice el esfuerzo para abrir los ojos. Luego puse todo de mí para levantarme del sofá. Eché un vistazo alrededor del camerino... sí, ahí estaba el pelo verde de Lizzie. Había también varios rostros más y cada par de ojos en ellos me contemplaban a la espera de que hiciera o dijera algo.

Por una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora