Daniel Johnson es el cantante del momento que parece gustarle a todo el mundo... excepto a Tessa Carroll. Aquello no sería un problema si tan solo él pudiera apartar sus ojos de ella y dejara de hacer todo lo posible por una sonrisa de la pelirroja.
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TESSA
Mi aturdimiento por la situación duró solo medio segundo más. La doctora Moreno nos ofreció un asentimiento de cabeza antes de marcharse a toda prisa con el doctor Butler y yo me dispuse a hacer lo que se me indicó, pero Mónica me sujetó de la muñeca.
—Sálvale la vida —me pidió, llorosa como si fuera la esposa de un militar herido en combate—. Ya sé que no te cae bien, pero tienes que salvarlo pase lo que pase.
—Me ofende que dudes de mi profesionalismo, Mónica. Nunca pondría en riesgo la vida de nadie a propósito.
Me zafé de su mano y, sin perder más tiempo, me dirigí a cumplir con mi trabajo. Cuando llegué a la habitación en la sección exclusiva en la que lo habían instalado, la enfermera a cargo me puso al corriente de la situación.
Y ahí estaba él, la súper estrella. Su rostro tenía un extraño semblante de paz mientras estaba recostado en la cama de hospital, ajeno a lo que ocurría a su alrededor.
—Habrá que indagar más, pero creo que es obvio lo que tenemos aquí, ¿verdad?
La enfermera Dottie asintió.
—Este chico no ha tenido un descanso adecuado en sabrá Dios cuánto tiempo.
Con una mueca afirmé con la cabeza también.
—Parece un caso de mala alimentación, poco descanso y trabajo en exceso. Su corazón lo ha resentido. Incluso las máquinas deben recargar pilas para funcionar, pero todavía hay personas que creen que su cuerpo lo aguantará todo sin más. —Me incliné de nuevo hacia él para verlo mejor—. También está deshidratado.
—Pobrecillo —se lamentó Dottie—. Tenía la presión por los cielos cuando llegó.
Sonreí de medio lado y le di instrucciones para nuestro paciente. Él se removió un poco en la cama e intentó abrir los ojos, pero al final solo balbuceó algo inentendible antes de volver a sumirse en un sueño provocado, esta vez, por el sedante que le aplicamos.
—Volveré en algunas horas para monitorearlo. Él debería dormir hasta mañana, pero avísame si ocurre algo fuera de lo normal con su corazón, estaré al pendiente.
—Sí, doctora.
Le ofrecí una sonrisa. Dottie era una enfermera agradable. Algunas de las mayores a veces no lo eran tanto con los nuevos como yo.
—Bien. Ahora iré a hablar con los familiares.
O con el represente, más bien. Dottie fue a acomodarle las almohadas al paciente mientras yo salía de la habitación. No me sorprendió encontrarme afuera con el hombre al que Moni llamó Cole Myers.
—¿Cómo está él? —me preguntó con tono práctico apenas verme—. Soy Cole Myers, su representante.
—Mucho gusto, señor Myers. El paciente se encuentra estable. Le dimos un sedante y lo más probable es que despierte hasta mañana.