Daniel Johnson es el cantante del momento que parece gustarle a todo el mundo... excepto a Tessa Carroll. Aquello no sería un problema si tan solo él pudiera apartar sus ojos de ella y dejara de hacer todo lo posible por una sonrisa de la pelirroja.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
TESSA
Pensé que ese Cole Myers no podía caerme peor, entonces lo escuché diciéndole a Daniel Johnson que debía usar drogas para luego proceder culparlo de lo que estaba ocurriendo. Había que ser realmente vil para hacer algo como eso.
Terminé de doblar mi uniforme y lo guardé en mi mochila. Mónica apareció en ese momento en el área de los casilleros.
—¿No vas a casa también, Moni? —le pregunté.
—Voy a cubrir el turno de Steph —me informó con alegría mientras tomaba asiento en una de las bancas.
La miré con desconcierto. Ella nunca se pondría feliz por algo como eso.
—¿Estás de broma? Tuvimos guardia anoche, ¿cómo se le ocurrió pedirte que la cubrieras justo hoy?
Ella desvió la mirada.
—Yo... eh... en realidad me ofrecí a hacerlo.
Su respuesta me hizo caer en cuenta.
—Ay, no. Es por Johnson, ¿verdad?
Seguro se había enterado de que el doctor Butler decidió hacerlo pasar una noche más en Saint-Laurent.
Mónica se mordió el labio inferior y suspiró.
—¡No me juzgues por querer verlo al menos una vez! Tú has tenido la suerte de hacerlo varias veces ya.
La observé con preocupación.
—Moni, ten mucho cuidado, ¿vale? No te metas en problemas por andar de fangirl.
—Me comportaré, lo prometo. Solo quiero echarle un vistazo pequeño, solo uno. ¿No lo querrías tú si tuvieras a tu ídolo aquí también?
—Yo no tengo ídolos. Amo la música y disfruto de un montón de canciones, pero no me interesa seguir a ningún cantante o banda por ello.
—Eso es porque eres rara, Tess.
—Es porque no tengo tiempo de perseguir gente, en realidad. Admiro que tú puedas hacerlo.
—Gracias. —Sonrió de oreja a oreja—. Ahora, vete, anda. No me dejes retrasarte más.
Terminé de guardar mis cosas, cerré el casillero y me acerqué a darle un beso en la coronilla.
—En serio, Moni, no hagas que te despidan. ¿Cómo podría soportar la vida en el Saint-Laurent sin ti?
Mónica Murphy podía ser desesperante y sacarme de mis casillas, a veces quería sacudirla o solo alejarme de ella todo lo posible para tener un momento de paz, pero era mi amiga y la quería. Habíamos pasado muchas cosas juntas desde que iniciamos el internado en el Saint-Laurent.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
