DANIEL
Encontrarme en un exclusivo restaurante de Manhattan a las 7:30 de la mañana, a punto de tomar el desayuno con Cole Myers y Everard Marshall, no era el modo en que imaginaba que iniciaría el día de mi cumpleaños número veintiocho. Pero, por desgracia, ahí estábamos los tres.
—El nuevo álbum estará listo en un par de semanas, Dan lo ha estado haciendo estupendo —dijo Cole en un intento por entablar conversación. Por alguna razón, mi representante hacía el esfuerzo titánico de esconder su personalidad desagradable esa mañana.
Los pequeños ojos verdes del viejo Marshall se enfocaron en mí.
—Eso está muy bien —contestó con el puro que estaba fumando todavía en la boca—. No esperábamos menos de ti, muchacho.
—Este álbum la va a romper, ya se los digo. Se venderá como pan caliente —aseguró Cole—. Menos mal que volviste a tus cabales, Dan. Te ha servido la mano dura —rio al tiempo que me daba un golpecillo de falsa camaradería en el brazo.
Apreté los labios para contener el disgusto.
—Mis fans merecen un álbum de calidad —me limité a responder.
—Tus fanáticos comprarían cualquier porquería que llevara impresa tu cara o tu nombre, muchacho —aseguró Marshall como si creyera que me gustaría oír eso—. Los millones que hemos desembolsado en marketing para construir tu imagen no han sido en vano. Un álbum de calidad no es para esa gente que no sabe apreciarlo, es para los verdaderos críticos, los que te hacen ganar premios que sí importan.
Apreté los puños debajo de la mesa.
—Pues a mí esos premios me dan igual, señor. Mi objetivo es que la gente disfrute de la música que hago.
—Aquí todo importa —intervino Cole con inusual nerviosismo—. Los fans nos dan las cifras en ventas, los críticos el prestigio. Vamos, es que se sabe que hay cantantes terribles en este medio, ¿no? Muchos desgraciados sin talento que venden tan bien solo por sus caras bonitas. Tú no eres uno de esos, Daniel. Tienes la capacidad de conquistar al público y a la crítica por igual. Eso es lo que el señor Marshall ha querido decir, ¿no es cierto?
La expresión en la redonda cara rosada del viejo Marshall indicaba que no estaba del todo de acuerdo con Cole. Para suerte de éste último, un grupo de tres camareros se acercó a servirnos la comida en ese momento.
Huevos benedictinos para mí, un bagel con jamón serrano acompañado de ensalada para Cole y un grueso filete que todavía sangraba para el dueño de Marshall Records.
Comí en silencio mientras sentía una profunda vergüenza ajena al ver los inútiles esfuerzos de Cole por hacer que el encuentro fuera ameno. Era obvio que había un motivo oculto detrás de todo y sospechaba de qué se trataba, pero prefería esperar hasta que ellos lo mencionaran.
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Por una sonrisa
RomanceDaniel Johnson es el cantante del momento que parece gustarle a todo el mundo... excepto a Tessa Carroll. Aquello no sería un problema si tan solo él pudiera apartar sus ojos de ella y dejara de hacer todo lo posible por una sonrisa de la pelirroja.