Capítulo 4

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DAN

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DAN

Piel pálida salpicada de diminutas pecas, labios sonrosados de apariencia suave, preciosos ojos verde claro y una melena pelirroja abundante. ¡Dios! Nunca había visto nada más bello en mi vida.

Por eso estaba seguro de que había muerto. Sin embargo, cuando ella se alejó de mí de un salto y mi cabeza rebotó contra la almohada, supe que tenía que seguir vivo. Vivo y dolorido.

—¿Un ángel? —repitió con el entrecejo fruncido—. No sea usted payaso, por favor. —Sacudió la cabeza, respiró hondo y se aclaró la garganta antes de volver a hablar—. Soy la doctora Carroll y usted se encuentra en el hospital Saint-Laurent. ¿Recuerda algo de lo que pasó ayer?

¿Doctora? Parecía muy joven a pesar de que estaba claro que era lo que decía.

Eché un vistazo rápido alrededor para orientarme. No reconocía el lugar. ¿Hospital Saint-Laurent dijo? ¿Y qué diantres pasó ayer? A ver, a ver...

—Oh, diablos —me sentí palidecer—. El concierto. No terminé el concierto, ¿verdad? —Recuerdos de la noche anterior se agolparon en mi mente a toda velocidad—. Mierda, no, es que ni siquiera lo empecé. La gente debe estar decepcionada y...

Me callé cuando sentí que ella ponía su mano en mi hombro y la miré de nuevo a los ojos. Esos ojos verdes resultaban hipnóticos y relajantes.

—Por favor mantenga la calma —me pidió—. Este no es el momento para pensar en eso y alterarse... —señaló el aparato que registraba los latidos de mi corazón—. Necesita descansar.

Tragué saliva con dificultad y asentí. Ella retiró su mano entonces, ojalá no lo hubiera hecho. El suave y cálido contacto, a pesar de haber ropa de por medio, había sido confortante.

—¿Qué me pasó?

Ella enarcó una ceja y me contempló por un instante. Tenía una mirada perspicaz. La que tienen esas personas que sabes, con solo verlos, que son más listos que la mayoría.

—Responderé a sus dudas si usted responde primero a mis preguntas, señor Johnson.

—Llámeme Dan, por favor —pedí mientras asentía.

—Prefiero que no —repuso y tomó una tabla sujetapapeles que tenía cerca—. ¿Puede hablarme de la dieta alimenticia que lleva en la actualidad?

Me humedecí los labios y parpadeé.

—Como lo que encuentro, a la hora que puedo. —Sonreí, pero, al ver que ella no lo encontraba gracioso, me apresuré a añadir—. Es un poco difícil comer bien cuando se tienen tantos compromisos...

Entrevistas, sesiones de fotos, conciertos... Todo el tiempo estaba ocupado.

—¿Y qué me dice del descanso? ¿Duerme las horas que le corresponden?

Por una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora