Capítulo 11

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▪◾◼MARATÓN 2/3◼◾▪


Liana

21 de octubre de 2017

El fin de semana ya había llegado; los días anteriores Damián no me volvió a dirigir la palabra. Ni siquiera volteaba a verme cuando estábamos en la misma habitación, solo fingía que yo no estaba presente y se dedicaba a conversar con cualquier persona menos yo.

Entendía que había sido incómodo el casi beso que estuvo a punto de ocurrir entre los dos hace tres días en el baño de la escuela, pero no era para que fingiera que no existo o que saliera casi corriendo cuando me acerco a él para intentar hablar sobre el asunto. Lamentablemente para él, hoy no iba a ser su día de suerte. Esta vez él no tendría ninguna escapatoria sobre el interrogatorio que le tenía preparado. A mi nadie me va a estar ignorando y huyendo como si fuera un perro rabioso. Él sabía que era una de las cosas que más odiaba, pero pareciera que le encantaba fastidiar.

Ahora estaba con Lucía escuchando música a todo volumen en la parte trasera del auto de mi padre, mientras él y mamá estaban en los asientos delanteros viendo a mi amiga como si estuviera loca por los chillidos—cantos gloriosos para ella—que está haciendo, ocasionando que mi padre abra las ventanas para que disipe su canto —si es que así se puede llamar—. Si la gente pensaba que Lucía era perfecta y no lograban encontrarle ningún defecto, solo tenían que escucharla cantar y tendrán un defecto de varios. En esta vida nadie es perfecto y ella no era la excepción a la regla.

Íbamos rumbo al parque para encontrarnos con todos los demás. Esperaba no llevarme ninguna sorpresa —exceptuando el que Andrea estuviera invitada—, que me diera un mal sabor de boca.

Cuando llegamos, nos dirigimos al lugar donde estarían todos reunidos esperándonos. Empezamos con un refrigerio esperando unas cuantas horas para que anocheciera y pudiéramos admirar las estrellas.

Fui a saludar a todos los presentes, por cortesía también a la familia de Andrea. Hasta el último momento saludé a mi tío Iván —el padre de los hermanos Valera—, dándome un gran abrazo cuando me vio acercarme logrando que me dejara sin aire por unos segundos.

—Te extrañé, tomate con patas—murmuró, liberándome de sus brazos logrando por fin respirar, pero sin olvidar el mote con el que me había llamado.

—Segundos atrás compartiría el mismo sentimiento, pero ese mote me ha hecho dudar.

Soltó una risa y negó con la cabeza. Se alejó a saludar a mis padres, y en ese preciso instante en el que al voltear, mi mirada se topa con un par de ojos color canela. Mi piel se eriza en segundos, y todo a nuestro alrededor se esfuma solo quedamos nosotros dos en la burbuja temporal que habíamos creado. Solo nos observábamos sin decir una sola palabra, a veces estaba de más hablar cuando con una mirada podría bastar para expresar lo que en años jamás se dijo. Pero como en toda historia siempre hay un villano y la mía no era la excepción. Un troll de rizos pelirrojos se interpuso entre los dos logrando así romper nuestra burbuja.

Andrea se había puesto enfrente de Jonathan ocasionando que este posara su atención en ella.

—Calma fiera —me agarra del brazo Lucía, cuando ve que me dirija hacia ellos—. Se van a ver muy obvios tus celos.

—No estoy celosa —negué rotundamente—. Solo quería ir a saludar a Jonathan, ¿Acaso eso es un delito?

—Creo que ir a matar a la ex novia de tu...—se queda pensando y al final frunce el ceño dando a entender que no sabe que es de mi Jonathan—, lo que sea que Jonathan es, aún no está legalizado matar a alguien— me da una palmadita en el hombro.

Un Baile Bajo Las Estrellas [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora