Capítulo 5

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Jonathan

18 de septiembre de 2017

Estaba llegando tarde para el patético ensayo de la boda de Eric, considerado mi mejor amigo, aunque fuera seis años mayor que yo. No me llevaba muy bien con la gente de mi edad así que prefería juntarme con personas con unos cuantos años mayor que yo; solo siendo la excepción a esa constante mis hermanos y mi otro mejor amigo, Julio.

Lamentablemente para mí, yo era uno de los padrinos asignados para su boda. Sé que él no me había elegido si no Sam, su prometida y futura esposa. A ella le encantaba molestar con cada oportunidad que tuviera, siempre tratando de sacarme de mi zona segura.

No tuve la opción de poder rechazar tal situación. Mi padre me amenazó con que me cambiaría al colegio donde estudiaban mis hermanos, y por supuesto jamás voy a asistir a un colegio de niños presumidos solo por tener dinero. Yo tenía dinero, pero no lo andaba malgastando en estúpidas fiestas de adolescentes, alcohol, drogas y cosas innecesarias.

Llegué a la casa de los suegros de Eric y entré dirigiéndome al patio trasero donde se llevarían a cabo los ensayos.

Cuando estaba a punto de llegar a la puerta que da al patio, escuché la voz de mi hermana hablando con alguien.

—Cuando llegue a mi casa convenceré a mi papá para que tu fiesta de bienvenida sea en la casa del lago.

No la iba a dejar. La última vez que organizó una fiesta ahí, la casa terminó con varias ventanas rotas y olor a droga y alcohol impregnado en todas partes.

Me detuve abruptamente al escuchar la voz de su acompañante.

—No entiendo porque es necesario hacer una fiesta de bienvenida para mí.

Era imposible.

No podía estar aquí.

Me asomé a la puerta de vidrio y vi a mi hermana con... ella, sentada a un lado suyo.

La chica que se fue sin tan siquiera decir adiós ni dar explicación alguna. La chica que atormenta mis sueños durante dos años. Ahora estaba aquí a tan solo unos metros de distancia.

Liana Acosta.

Mi antigua amiga y primer amor.

Me di la vuelta para irme de esta casa antes de que cualquiera se diera cuenta de que ya estaba aquí. Si alguien me veía ya no había forma de poder escaparme de esta. Pero antes de que mi exitoso escape se lograra, la puerta del patio se abrió.

Mi corazón dejó de latir por un segundo y me quedé como estatua en mi lugar.

Que no sea ella, que no sea ella, que no...

— ¿Y tú qué carajos haces aquí parado? — pregunta la voz de Eric, sacándome de mis estúpidos ruegos—. Deberías ya de estar afuera con los demás.

Me di la vuelta para encararlo. Tenía una ceja alzada y los brazos cruzados esperando por una respuesta a su pregunta que iba a cambiar por otra pregunta.

El indignado debería ser yo, no él.

—¿Por qué carajos tu no me dijiste que ella estaba aquí? —recalque ella para que entendiera a quien me refería.

— ¿Quién es ella? — cuestionó con duda fingida.

—Sabes de quien hablo, Eric— suelto un resoplido molesto por la situación.

—No, la verdad es que no sé a quién te refieres.

—Me vas a obligar a decir su nombre, ¿cierto? —pregunté fastidiado.

Un Baile Bajo Las Estrellas [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora