Capítulo Cuatro : La carta secreta

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Las calles, a esa hora de la noche, resplandecían bajo la luz de la luna como las escamas de una sirena. Yo seguía de cerca a Jungkook como si considerara que despedía algún tipo de energía protectora hacia mí.

Nos acercamos poco a poco al bar que nos había indicado Conan.

El Kaleidoscope se encontraba a tres cuadras de la escuela, bien por estrategia de ubicación, o bien porque, como casi todo en el pueblo, siempre había estado ahí.

Las luces neón que anunciaban su nombre escandalosamente entre la oscuridad, lograron atravesarme generando escalofríos en mí y provocando que dudara si aquello era buena idea.

—¿Estás seguro de que esto no terminará mal? —pregunté a Jungkook que ya estaba casi en la puerta.

—Solo no digas nada. Déjame hablar a mí —aclaró tomando un aspecto severo y empujó la puerta de entrada.

Todos nos miraron unos segundos y después de eso siguieron en lo suyo, como si ver a dos adolescentes vestidos totalmente de negro entrando casi a media noche, fuera de lo más común para su rutina.

—¿Qué quieres, niño? —dijo abruptamente el hombre que atendía la barra.

—Busco a Félix —respondió Jungkook sentándose en uno de los bancos altos.

—Félix no lidia con niños consentidos —concluyó el hombre y volteó para servir unos tragos a los clientes del bar.

—No, claro que no. Es por eso que nos mandan a nosotros.... —argumentó mi acompañante con misterio-, traemos un paquete para él.

El hombre se giró rápidamente hacia nosotros y dejó los vasos que tenía en las manos sobre la barra. Acto seguido, llamó a un hombre rubio con bigote y después de susurrarle algo, ambos nos miraron y el hombre de la barra nos guiñó el ojo.

—Te habíamos estado esperando —dijo éste último dándole un vaso de cerveza a Jungkook—. Es cortesía de la casa.

El hombre regresó a su lugar, lejos de nosotros y yo me acerqué al chico mientras giraba cómicamente el vaso que le acababan de entregar.

—¿De qué demonios estás hablando? —susurré lo más bajo posible. Me aterraba lo que pudiera pasar—. ¿De qué maldito paquete hablas?

—Siempre esperan un paquete —respondió con suficiencia—. Sígueme la corriente y saldremos de esta.

Un estruendo recorrió el lugar, como trueno que parte el cielo. De entre la gente se distinguió un hombre musculoso con lentes oscuros que se acercaba a la barra con paso fuerte. El sujeto que nos había atendido señaló un cuarto que estaba en el fondo y después nos hizo un gesto con la cabeza para que siguiéramos al sujeto musculoso.

—Diablos, Jungkook, vas a provocar que terminemos en prisión —reclamé en voz baja y él sólo me sonrió discretamente, casi como si se estuviera divirtiendo.

Atravesamos la puerta de madera que resguardaba una sala privada del bar, acompañados del sujeto misterioso, logramos distinguir unos sillones de entre la intensa luz morada que envolvía el lugar y después regresamos la vista al sujeto para saber qué procedía.

—Me dijeron que ustedes quieren ver a Félix—vociferó el hombre musculoso mientras nos invitaba a sentarnos.

—Tenemos un paquete para él. Es de... "usted sabe quién" —respondió Jungkook con seguridad mientras acomodaba su mochila como si trajera algo muy importante dentro de ella.

—Él vendrá enseguida —dijo con fuerza el hombre y se levantó para salir de la sala.

Nos miramos un instante y mis labios se secaron por completo, pero Jungkook comenzó a reírse por lo bajo. Estaba a punto de reclamarle por su falta de seriedad cuando algo me recorrió por dentro y, sin saberlo, yo también comencé a reír.

En este mundo no cabemos los dos |•ᴷᵀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora