Cap17- Acusamientos Falsos Parte 2

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Una oleadas de nervios pasaron por todo mi cuerpo. Me giro lentamente tratando de no verlo.

– ¿Qué pasa?– pregunté, acomodando mi vestido y mi cabello– ¿Tae? ¿Qué haces aquí?

– ¿Te asustaste?– su voz estaba fuerte y pausada.

– ¿Tú crees que es gracioso? Además tú no eres de este salón, o de este instituto.

– ¿En serio, Elena? ¿Qué estas ocultando? Preguntó y su mirada viajó a mi vestido.

– Yo no estoy ocultando nada– afirmé– Y deja de verme así.

 
– ¿Entonces, por qué te asustas?–dió un paso hacia adelante–¿Y cómo te miro Elena?

Buen punto, tenían razón pero no le iba a decir nada.

– Estaba buscando mi pendiente se me cayó, pero ya lo encontré, mira ya me lo coloqué, ven, vamos a salir– omití su pregunta acercándome a él.

– ¿Tengo qué creer esa mentira?– dió un toque con su dedo índice a mi hombro.

– ¿Disculpa, no me conoces?– y repetí su misma conducta, y luego empuñé y enterré mis uñas en mi palma.

– Cuando mientes alzas una ceja y empuñas tus manos haciendo que
te puedan quedarte unos cuantos rasguño, ¿me equivoco?

¿Cómo el sabe todo eso? ¿me acosa?

– Mira no tengo tiempo para quedarme, permiso– él se acerca un poco más y yo también dejándonos cara a cara.

Lo que quería ver ya lo tenía solo tengo que ver quién es Hanna, él aún
está en la puerta y por lo que sé ve no se va a mover, nuestras miradas están muy cercas, después de aquel beso me hizo tener curiosidad y más si en un pasado fuimos algo, esos ojos llenos de misterios me hacen querer indagar en él.

– ¿Por qué me sigues Tae? ¿Acaso viniste por besar estos labios?

– ¿Qué tratas de hacer Elena?, no juegues conmigo al indagar.

– ¿Jugar? ¿Te gusta entrar en las oscuridad y besarme verdad Tae?– él me miraba con esos grandes ojos.

Mi cuerpo está estático, él se
movió, dejando paso para que caminara, mi intuición me decía que era una trampa pero me gustaba arriesgarme, cuando llegué a la puerta, él la cerró, dejando su brazo derecho en aquella y brillosa madera.

El frío de este salón estaba calmando una sensación en mi cuerpo, mi corazón está estable, y mi pecho pegaba con él,  gracias a su altura podía notar lo agitado que estaba su corazón, el bajó lentamente su rostro, su nariz roza la mía, y su labios estaban rosados, el quería acercase y mi sensación extraña también, él tomó mi espalda con su brazo izquierdo para poder bajar lentamente a mi cintura.

– ¿No extrañas esto Elena? ¿Por qué corriste esa noche?

Mis ojos se abrieron de sorpresa, soltando lentamente una lágrima
porque de verdad no recuerdo que fué lo que pasó.

¿Por qué me alejé de tí?

– Eres culpable de este corazón roto–Sus dulces palabras le dan golpes a mi corazón, no se que decirle.

– Tae…– aclaré mi garganta.

El usas sus dedos para hacer silencio.

Ya de estar así se está haciendo costumbre- dice mi mente.

– No digas nada Elena, yo te amo–dió un beso corto en mi cuello, llegando poco a poco a mis mejillas.

Mi corazón latía apresuradamente, mis manos se soltó, llegue a
tocarle la espalda, mis mejillas se sonrojó un poco, sus manos apretó mi cintura, nuestras miradas botaban fuego y deseo. Se lamió el labio, y eso me impulsó a querer besarlo.

Lo besé, él siguió el juego, un beso apasionadamente, era diferente al de Harol, su beso me hacía besarlo más apresurado y luego despacio, tomé el control de mi cuerpo impulsandolo a la puerta, dejando una intensidad en el ambiente, el mordió dulcemente mis labios para despegar y seguir, pero también lo mordí, un poco rudo y salvaje, su mano quedó en mi cintura y bajo a mis piernas, yo tomé su abdomen, muy definido y tonificado, él me mostró una sonrisa pícara.

Tae…

La oscuridad reinaba entre nosotros dos almas en aquel salón, con el frío que solamente nuestros cuerpos es la solución para calentarnos.

El indagar me llevó a un sentimiento profundo.

Cuando de repente tratan de abrir  lentamente la puerta sujetada a nuestro cuerpo, despegando rápidamente una atracción, dejándonos con la tensión de poder cruzar un límite.

  Observó y es Miranda.

– ¡Ahí estás!, la gran culpable de la desaparición de Pacth Li, por favor
vengan a ver–  gritaba sin parar y lo repetía cuantas veces podría salir
los demás alumnos de aquellos salones.

Salieron de inmediato del
gran escándalo que formaba.

El lugar estaba repleto de todos los alumnos, todos me veían, los
profesores salieron y el salón donde esta Kassidy, también salió, todo
el instituto está afuera, Miranda estaba  aprovechando la
situación para perjudicarme pero no la voy a dejar.

– Si vean bien, es Elena García, ella tiene a Pacth Li, ella es la
culpable, ella nos amenazó– su rostro estaba lleno de ira y mentira.

– Eso no fué así tu lo sabes–dije con un tono calmado para  no perder el control.

– ¿Ah no? y como fué que tu me tomaste del brazo y me dejaste ésto
Elena, ve, ve bien y mírame como dejaste mi brazo.

Su brazo estaba morado, sus rasguño estaban recién, eso no pude
hacerlo, fue hace tres o dos días atrás.

– Yo no te hice eso– sigo con mi voz calmada mientras Tae sale y me toma de la mano, su mano esta suave y calurosa haciendo que mi corazón
se calmara.

– Ah ok, Elena y ¿por qué hablas así? eres una sínica- su voz aún estaba
fuerte – habla Elena, ¿dónde está?

– Ya te dije que no fui y…

Un ruido fuerte me interrumpió

Haciendo que todos giren y un
señor robusto,cuarentón, de uniforme ajustado, resaltando su grandes
músculos, alto, de cabello castaño, y sus ojos marrones claros, cargando una gran placa policíaca en su cintura. – Escuché el gran escándalo, informo que se encontró a la jovencita Pacth Li muerta en el lago del otro lado del bosque aproximadamente unos 300 kilómetros lejos de aquí, se empezará una investigación profunda.

Mis ojos se formaron de asombro, todos quedaron impactado de la
gran noticia, Miranda formó en su rostro una sonrisa descarada y todos la observaron, yo giré a verla y…

– ¡Tú la mataste Elena!

Todos me miran, algunos con repugnancia, otros grabándo, y la mayoría murmura.

Estaba impactada de su grande palabras, Miranda fué mi
amiga, ella me conocía mejor que nadie, antes de entrar a mi vida Susan
y Carl, ella conocía mi debilidades y mi fortalezas, nos apoyamos con
todo, estábamos en las buenas y en las malas, y todo cambió cuando su
padres se fueron, y  la influencia de Pacth hizo su vida más complicada.

– Escucha…

No me dejó que hablara cuando de repente se lanza encima de mí alzando sus  manos empuñadas para golpearme, la esquivo y ella hace una mueca de ira.

Ella volvió alzar su mano para darme una abofetada, giro mi rostro. Ella vuelve con tanto sufrimiento como si de verdad estuviera pasando por un dolor y solo lo puede demostrar llamando la atención.

Cuando alguien apresuradamente se coloca delante de mí y la toma de
la mano, giro a ver y es el oficial que llegó.

–¡Basta!, yo hago mi trabajo– observó a Miranda para calmarla–queda detenida jovencita– él giro su
rostro, penetrando su fija mirada en mí.

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